En Francia, los futuros agricultores son expertos en tecnología y quieren los fines de semana libres
“Cuando no estás en este sector es muy fácil decir: ‘Voy a volverlo sexi con la tecnología’”, dijo Amandine Muret Béguin, de 33 años, directora de la Unión de Jóvenes Agricultores de la región de Île-de-France, donde se encuentra el campus de 607 hectáreas de Hectar. “Puedes tener las mejores escuelas y los mejores robots, pero eso no significa que tengas una vida mejor”.
Muret Béguin, que procede con orgullo de una familia de agricultores y cultiva unas 200 hectáreas de cereales, afirma que la agricultura francesa ya ha evolucionado hacia una mayor sostenibilidad ecológica, pero que el público en general no es consciente de ello.
Los miembros de su grupo cuestionan la necesidad de un campus como el de Hectar cuando, dicen, las escuelas agrícolas certificadas por el Estado que ya enseñan gestión y tecnología de las explotaciones agrícolas están muy mal financiadas. La forma de atraer a más gente a la agricultura, añadió Muret Béguin, es que los consumidores “reconozcan y valoren el duro trabajo que ya hacen los agricultores”.
Aun así, para personas como Esther Hermouet, de 31 años, procedente de una familia de viticultores cerca de Burdeos, Hectar responde a una necesidad que otras instituciones agrícolas no ofrecen.
Esa tarde, Hermouet convivió con un grupo diverso de jóvenes estudiantes, entre ellos un productor audiovisual desempleado, un empresario musulmán y un fabricante de sidra artesanal.
Hermouet y sus dos hermanos estaban a punto de abandonar el viñedo que administraban sus padres, ya jubilados, pues temían que tomar el relevo supusiera más problemas de los que merecía la pena. Algunos de sus vecinos ya habían visto a sus hijos dejar los viñedos por trabajos más fáciles que no requerían despertarse al amanecer.
No obstante, señaló que su experiencia en Hectar la había hecho más optimista en cuanto a la viabilidad del viñedo, tanto desde el punto de vista comercial como del estilo de vida. Aprendió sobre lanzamientos comerciales, créditos por captura de carbono para ayudar a aprovechar al máximo los réditos y técnicas de gestión del suelo para reducir el cambio climático. Hubo sugerencias sobre cómo trabajar de manera más inteligente en menos horas, por ejemplo, utilizando la tecnología para identificar solo las viñas aisladas que necesitan tratamiento.