Tres claves para entender y atender el problema hídrico de Nuevo León – EL PAÍS
El pasado 23 de abril, Día Mundial de la Tierra, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hizo un llamado a poner especial énfasis en la sequía extrema que azota al mundo, al considerarla una de las mayores amenazas para el desarrollo sostenible, especialmente en los países en desarrollo, las naciones con mayores recursos también comienzan a verse afectadas. Especialistas estiman que para el año 2050, las sequías afectarán de forma severa a más de las tres cuartas partes de la población mundial.
A nivel local, y contrario a lo que la creencia popular aduce como una crisis “que está por venir”, las consecuencias más cruentas ya han comenzado a verse de forma especial en el norte del país, en donde la entidad de Nuevo León tiene una historia nada alentadora que contar.
Apenas el año pasado (2022), el estado que ocupa el primer lugar como productor manufacturero y que más aporta al Producto Interno Bruto de México (11,4%), se declaró en situación de sequía extrema. La ausencia de lluvias por debajo a lo esperado durante el último lustro encontró a un Nuevo León con una infraestructura desgastada, un recorte presupuestal importante en materia de recursos hídricos, además de un crecimiento inmobiliario exponencial, un campo en condiciones dispares y con un uso intensivo del recurso, además de un usuario que sufre la escasez, al tiempo que emplea el líquido vital de forma desmedida.
Pese a que los esfuerzos, medidas, partidas presupuestales, así como iniciativas empresariales e incluso el comportamiento natural de las lluvias mejoró sensiblemente de 2022 a 2023, la entidad norteña aún tiene un horizonte complejo en materia de insuficiencia hídrica, lo cual podría derivar en desabasto alimentario, crisis económica e incluso temas de seguridad nacional.
Para el 28 de febrero de 2023, el área con sequía de moderada a extrema fue de 50,16% a nivel nacional, es decir 3,88% por arriba a lo registrado tan sólo 14 días antes. Este escenario se percibe también en el nivel de abastecimiento de sus principales presas, tales como la Presa El Cuchillo, que descendió al 45,52% de su capacidad (511 mil 244 millones de metros cúbicos), el embalse de La Boca con 57,95% de su capacidad (22 mil 882 millones de metros cúbicos) y Cerro Prieto al 13,79% (41 mil 357 millones de metros cúbicos.
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Responsabilidad y solución
Para Raúl Rodríguez, presidente del Consejo Consultivo del Agua, el ejemplo en la Zona Metropolitana del Valle de Monterrey resulta particularmente paradigmático y digno de mención en esta historia. Nueve de sus 15 mantos acuíferos, comenta Rodríguez, se encuentran en estado crítico y el resto, sobreexplotados, debido en buena medida al reciente crecimiento exponencial de su población.
De acuerdo con cifras del Instituto para la Protección Ambiental de Nuevo León (IPA) se prevé que en 2030 sean 7,1 millones los habitantes de la entidad, quienes a su vez demandarán 40% más de agua.
“Hablamos de una cantidad importante, que si la llevamos pocos años hacia atrás, ha crecido demasiado. En el caso de Monterrey, el desabasto deriva particularmente de las tres grandes presas, que en este momento vuelven a presentar una baja de captación. Llegó un momento en 2022, en donde prácticamente se secaron. Esas presas abastecen el 66% de la demanda urbana e industrial de Monterrey; el resto se abastece de agua subterránea, que es la que se extrae a través de pozos. Visto desde el Consejo Consultivo del Agua y otras organizaciones que coinciden con estos análisis de riesgo, es urgente que los tomadores de decisiones busquen nuevas fuentes de abastecimiento y maneras distintas de explotar las actuales”, asegura el especialista.
Especialistas en temas hídricos, sustentabilidad y política pública coinciden en la importancia de trabajar en iniciativas sobre la seguridad hídrica y su impacto en tres ámbitos clave para revertir los escenarios negativos actuales:
1. Campo e Industria. En este rubro se estima que el uso agrícola que se le da al agua (en el mundo es del 70% y en Nuevo León ronda el 76%) representa un área de oportunidad urgente, ya que desperdicia poco más del 36% del agua que recibe, debido en buena medida a la falta de tecnología, apoyo e innovación en materia de captación, riego y distribución del recurso.
En este sentido, José Guadalupe Flores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), apunta a la tecnificación en el campo como una de las grandes oportunidades para la preservación del vital líquido. “Un ejemplo es la agricultura de conservación, con la que se puede ahorrar hasta el 40% de agua generando biodiversidad para el campo”, puntualiza.
Raúl Rodríguez asegura que a nivel empresarial, y contrario a lo que se piensa, las grandes compañías hacen un uso mucho más eficiente del agua, al echar mano de recursos de tratado, captación y distribución mucho más eficientes, lo cual beneficia a todos los involucrados en la cadena productiva, incluyendo al consumidor final.
2. Sociedad. Los especialistas aseguran que la cultura actual sobre la gravedad del problema e incluso de las consecuencias más inmediatas derivadas de un uso irresponsable del agua, aún es baja. Se estima que el usuario doméstico llega a desperdiciar hasta el 26% del agua que recibe, esto sin contar un nivel importante de impago de servicios.
“Desafortunadamente en el país, sobre todo en la parte norte y sur existe una cultura del no pago, digámoslo así. Porque en algunos lados el marco legal impide que se te restrinja, no te cortan el suministro. Hay un sistema de operación costoso para llevar el agua a cada uno de los hogares y, por otra parte, también hay otro problema adicional que son las mermas y fugas de los sistemas de las redes de conducciones. El público urbano tiene un uso eficiente del agua al 60%, el otro 40% se desperdicia gracias a la infraestructura obsoleta y antiquísima, con hasta 40 años de edad, con otros materiales posiblemente desgastados, que se utilizaban aquel tiempo”, explica Rodríguez.
3. Políticas Públicas. Aunque detrás de esta historia temas como la educación ambiental, las acciones civiles e iniciativas responsables en materia ambiental, de responsabilidad y trabajo conjunto donde resiliencia, cooperativismo y apoyo mutuo son vitales, lo cierto es que la urgencia, premura y gravedad de la situación en Nuevo León claman por mayores recursos, cambio en políticas públicas y un trabajo efectivo en cuanto a gobernanza se refiere.
En este orden de ideas, César Chávez, director general adjunto del Fondo Ambiental Metropolitano de Monterrey, afirma que es importante desarrollar normativa acorde a las necesidades del país con enfoques regionales, pues las características de las entidades suelen ser muy diferentes entre sí.
De acuerdo con los expertos, todos los esfuerzos para solucionar el problema hídrico de Nuevo León serían insuficientes sin un diseño estratégico de políticas públicas y un desarrollo urbano bien trazado.
De cara a un futuro aún más cruento y desafiante en materia hídrica para Nuevo León, el presidente del Consejo Consultivo del Agua reflexiona: “cuando valoras algo es cuando lo pierdes y cuando la gente abra la llave y no salga agua, quizás realmente valore ese vital líquido y se haga una gran conciencia. En Nuevo León eso es claro, conocemos el problema, lo vemos y actuamos, ya que la entidad tiene los promedios más bajos de consumo, 150 litros por acá, un promedio muy interesante hacia la baja porque el nacional es de 350 litros per cápita diarios, según el derecho mínimo que marca la Organización Mundial de la Salud. Estas son lecciones aprendidas, en donde Nuevo León lo está haciendo bien, a pesar de las circunstancias difíciles que tiene”, concluye Raúl Rodríguez.