El Orgullo crítico llama a una insurrección: “Hace más falta que nunca, nos comen los fachas”
El Orgullo Crítico vuelve a marchar esta tarde por Madrid en clara contraposición al desfile por el Día del Orgullo (MADO) que se celebrará el próximo 1 de julio y que sus promotores ven institucionalizado y alejado de la protesta. La cita alternativa, como cada año, pretende recuperar el origen reivindicativo de los 28 de junio, al calor de las protestas callejeras del Stonewall Inn de Nueva York en 1969 por la brutalidad policial contra el colectivo LGTBI. El anticapitalismo, el antirracismo y la crítica al patriarcado se dan la mano en una marcha que este año circula desde las 20 horas por el distrito de Tetuán.
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El lema que han acordado los colectivos que se agrupan bajo el paraguas del Orgullo Crítico es ‘Contra las crisis, orgullo e “insurrección”. La máxima expresa el rechazo a las “macrofiestas despolitizadas” y en su significado abunda el manifiesto unitario, combativo desde el arranque: “[Al MADO] van a lucirse partidos que dicen defendernos siempre y cuando aceptemos el capitalismo, la estructura de familia tradicional, no critiquemos muy fuerte el racismo de las instituciones, aceptemos las reglas y juicios sobre nuestros cuerpos, no nos conformemos con las migajas que nos dan con legislaciones que se olvidan de todes les no binaries, de les asexuales y de los cuerpos intersex y la protesta la hagamos sólo desde las urnas. Es decir, siempre y cuando nos asimilemos al sistema, porque el sistema no negocia y los privilegios no se cuestionan. Y eso no nos vale, porque el sistema, al final, actúa en nuestra contra y siempre deja a alguien detrás”.
La marcha pone el foco en colectivos habitualmente menos representados, como las personas con diversidad funcional, las personas racializadas —vuelve a insistirse desde los convocantes en la reclamación de una regularización masiva de migrantes sin papeles— o el activismo en salud mental, que rechaza los estigmas asociados a través de la etiqueta “Orgullo loco”. Las reivindicaciones son globales y van desde la denuncia de la precariedad y la falta de acceso a una vivienda digna hasta la denuncia de “la masacre” de Melilla del año pasado o la no derogación de la Ley Mordaza.
“Contra la LGTBfobia de Vox y PP. No pasarán”, reza una de las pancartas de la marcha, abundando en la idea, mientras entre los manifestantes se respira una atmósfera en la que se mezclan la celebración y la protesta airada. Por ejemplo, el colectivo Fanfarria Transfeminista porta dos figuras de papel maché que representan a Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson, dos de las figuras históricas de las primeras protestas en defensa del movimiento LGTBI en su génesis neoyorquina. “Queremos reivindicar los cuerpos, la sanidad pública, la libertad”, explica Marilena Muratori, de 50 años, que defiende la música de fanfarria por su capacidad de “regular los ánimos” en las protestas cuando la tensión se acumula.
Las discrepancias que ha mostrado un sector del feminismo con los derechos de las personas trans y específicamente con la autodeterminación de género contemplada en la nueva Ley Trans tampoco se eluden en el manifiesto, que señala una alianza entre el “biologicismo” del que acusan a estas feministas y el fascismo. “Discursos que nos atacan de forma directa están legitimados dentro de las políticas institucionales y eso se transmite en las calles y se hace presente y visible en las agresiones y violencias que sufrimos”, lamentan.
La involución que representa la entrada de Vox en municipios y parlamentos autonómicos y los pactos con el PP tras los resultados del 28M tienen un protagonismo clave este Orgullo. En este sentido, la marcha abre el foco al mundo para señalar los retrocesos en países de la Unión Europea como Hungría y Polonia o estados de Estados Unidos como Florida, donde se han aprobado seis proyectos legislativos “contra las personas queer”. “España no es, por mucho que quieran pensar algunes, una excepción en este sentido”, advierten.
“Este año hace más falta que nunca. Nos comen los fachas” dice Óscar Romero, de 40 años, minutos antes de que arranque la manifestación del Orgullo Crítico en Madrid, que ha reunido a miles de personas en el arranque en la glorieta de Cuatro Caminos. La sensación de que el enemigo está a las puertas y movilizarse es imperioso la comparte Juan, de 50 años. “Es el fascismo de verdad. Lo hablo con compañeros de trabajo; la gente está orgullosa de ser de Vox”.
La amenaza de que la extrema derecha tome o esté ya tomando el poder político preocupa entre los asistentes y se expresa en el manifiesto de la jornada, que se refiere a la involución de derechos en Polonia o Hungría. “Lo difícil [para los extremistas] es ganar las elecciones la primera vez. Después [entran] en la Justicia, la Academia y los medios de comunicación”, dice Juan, que cree que después de muchos años “con que viene el lobo” la bestia “se está materializando”.
Así, la festividad se conjuga con los gritos reivindicativos que se escuchan desde los primeros minutos: “Mi cuerpo, mi vida, mi forma de follar no se arrodillan ante el sistema patriarcal”. O bien, “Maricas, precarias y revolucionarias”. La multitud avanza con parsimonia y ocupa la calzada de completa de la calle Bravo Murillo, en una marcha que tenía previsto concluir en la plaza de la Revuelta para la lectura del manifiesto. En el primer tramo, a la altura de la parroquia de San Antonio hay una octavilla pegada en el portón y que sirve de corolario: “Todos somos un poco trans”.
La mayor parte de los asistentes son jóvenes, pero también hay familias con niños, algunas de ellas monoparentales, como las que acompañan a Sandra Delgado, de 42 años, con la pequeña a hombros. “Es urgente”, dice sobre la necesidad de defender los derechos conquistados. “En Italia quieren eliminar modelos de familia”, advierte, y cree que la extrema derecha querrá hacer lo propio en España.
“Abrid las fronteras, queremos más bolleras”, canta un hombre, dejando constancia de las reivindicaciones cruzadas que se dan la mano en la marcha. De la libertad de ser “racializada y LGTBI” da cuenta una de las ‘hijas’ de Gad Yola, cantante, activista y Drag Queen que defiende, en esta línea, que “el drag es marrón” y avanza por la calle en pleno despliegue performativo. La marcha continúa su avance parsimonioso —a las 22:00 horas todavía no ha alcanzado la mitad del recorrido— y cuando finalmente alcanza su destino el sol ya está acabando de ponerse.
“El orgullo y los colores” frente al odio
La localidad valenciana de Nàquera ha querido mostrar “el orgullo y los colores” frente a la decisión del gobierno de PP y Vox de quitar las banderas LGTBI de los sitios oficiales. A la manifestación ha acudido también la ministra de Ciencia, Diana Morant.
Los asistentes han desplegado al inicio una gran pancarta que ha encabezado la marcha, con el lema ‘Davant l’odi, drets i orgull’ (Ante el odio, derechos y orgullo). A su llegada ante la fachada del Ayuntamiento, la manifestación ha concluido, tras unos parlamentos, con una besada.
En A Coruña, cientos de personas han marchado también contra los “discursos de odio” que “legitiman los insultos, palizas y discriminaciones” que el colectivo LGTBI sigue padeciendo. “Hoy estamos aquí para recordar a los que quieren volver a una sociedad en blanco y negro, que vamos a defender con uñas y dientes nuestros derechos por los que tanto hemos luchado”, recogen en su manifiesto, bajo el lema “Revoltas do pasado, celebración do presente e conquistas do futuro”, organizada por ALAS A Coruña.
También en otras ciudades como Valladolid han clamado contra la retirada de las banderas LGTBI en los ayuntamientos. “Al Ayuntamiento, le falta la bandera”, gritaban cientos de manifestantes este miércoles. La presidenta de la Fundación Triángulo, Yolanda Rodríguez, ha mostrado su preocupación porque las conquistas sociales del colectivo “pueden desaparecer de un plumazo en cinco meses” si se conforma un gobierno estatal similar al que comparten PP y Vox en Castilla y León. “Nuestra principal reivindicación sería tener una ley LGTBI en Castilla y León”, ha asegurado, para recordar que junto a Asturias son las dos únicas autonomías que carecen de ellas.