Las huellas que dejó la minería en Utrillas – Go Aragón
José Hinojo, la persona que me ha ido guiando en este reportaje, vivió un Utrillas sustentado por la minería. De pequeño, junto a sus amigos, iba detrás de los vagones llenos de carbón para recoger lo que se caía para calentar la casa. Con 16 años entró a picar a la mina. Tuvo la oportunidad de marcharse a estudiar a Teruel, pero volvió al poco tiempo para trabajar como técnico.
Esta es la historia de muchos de los habitantes más mayores de la capital comarcal de las Cuencas Mineras. Las generaciones a partir del 2002, fecha de cierre de la empresa Minas y Ferrocarriles Utrillas, no lo han vivido. No obstante, ese legado se mantiene vivo en el Parque Temático Minero de Utrillas.
El conjunto se compone de dos zonas diferenciadas, el Museo de la Ciencia y la Arqueología Minera y el Pozo Santa Bárbara, conectadas por tres kilómetros de vía. El museo se aloja en el antiguo convento hospital, donde las monjas sanaban a los heridos de la mina. Junto a ello se encontraba el economato y los garajes de los ferrocarriles. Hinojo, actual presidente de la Asociación de Voluntarios del Patrimonio de Utrillas, explica planta a planta lo que se expone:
“Toda la parte de abajo la tenemos dividida en ferrocarril y en la representación de una mina de interior. Tenemos también la planta del medio, que es una exposición de la herramienta que se utiliza en la mina, y también un poquito de lo que es el desmonte”, cuenta
Y en la de arriba prácticamente es todo geología con las muestras de carbón y de piedra que nos hemos ido encontrando a través del movimiento de extracción del carbón, y una pequeña sala de conferencias donde se proyecta un video informativo de toda la historia de Minas y Ferrocarriles de Utrillas”, continúa
Apartado un poco del pueblo se encuentra el pozo Santa Barbara, cuyas instalaciones se han rehabilitado. Las dos construcciones más llamativas son el castillete de extracción, una torre metálica construida sobre la boca del pozo, y la chimenea. Luego se puede entrar al museo de lámparas. Muchas de ellas son cedidas y abarcan toda la evolución de este objeto tan imprescindible en la labor de un minero. Además se exponen otros objetos como picos, cascos, máscaras, carteles, señales…
Otra de las estancias es la sala de las duchas. Se ha rehabilitado tal cual estaba en plena época de apogeo. En la entrada se conserva el puesto donde dejaban los mineros las baterías para recargarlas. Arriba se sitúa un tablero que dicta: “En el mes ha habido 3 accidentados no seas tú el 4”. Llama la atención las decenas de cuencos colgados para dejar las pertenencias que se podían subir y bajar. En el momento que dispusieron de este servicio mejoró su calidad de vida, porque antes iban sucios directos de la mina a casa.
También, se han recuperado las antiguas escuelas con sus pupitres, su pizarra, material escolar y libros originales, cedido todo por vecinos y por el Ayuntamiento. También se conserva la antigua caldera de vapor que tenía la misión de mover la máquina de extracción del pozo y dos garajes donde se guardan las dos locomotoras: la Hulla y la Nº 31.
La visita a todo esto es guiada por los miembros de la Asociación de Voluntarios del Patrimonio de Utrillas. Todos han trabajado en algún momento para MFU (Minas y Ferrocarriles de Utrillas). Esta experiencia supone un valor adicional. Como cuenta José Hinojo ellos te explican cómo se trabaja como minero, cómo es su dureza…, y eso fue gustando a la gente. Cada uno cuenta sus anécdotas y da su visión personal. El boca a boca hizo el resto y atrajo a más visitantes.
Todo este conjunto, de un valor incalculable, y el museo minero se encuentran conectados por dos kilómetros de vía que discurren por el trazado original. Los turistas entran por el antiguo hospital-convento, recorren todas las plantas, cogen el tren allí, les transporta hasta el Pozo Santa Bárbara, entran a las distintas estancias y vuelven con el coche de viajeros.
Este transporte lo realiza cada quince días la locomotora de vapor Hulla y, cuando no puede, una locomotora diésel Deutz. La Asociación Zaragozana de Amigos del Ferrocarril y Tranvía, nacida en los años 70, se encarga de mantener, recuperar y poner en marcha la Hulla. Un maquinista encargado de ello, Adrián Baquero, nos cuenta que para él es un privilegio ya que antes muchos desempeñaban esta labor, como su abuelo en Utrillas, pero ahora este oficio se ha extinguido.
De las ruinas a un potente parque turístico
La empresa Minas y Ferrocarriles de Utrillas nació en 1900 para explotar las minas de lignito de las Cuencas Mineras turolenses, aunque en 1700 ya sabían de buena tinta la riqueza carbonífera de la zona. Permanecieron un siglo extrayendo este recurso que se enviaba a Zaragoza, primero, hasta 1966 en tren y, después, con camiones. La entrada en la CEE provocó una crisis del carbón que llevó primero a la clausura de las minas de interior y, finalmente, de las minas a cielo abierto en 2002.
Según explica Hinojo, MFU fue dejando de cuidar las infraestructuras y vendiendo las maquinarias y utensilios a coleccionistas. Solo una locomotora de vapor permaneció en Utrillas. Los edificios en su propiedad los cedieron al ayuntamiento cuando liquidaron la empresa en un estado abandonado, por lo que se tuvo que reacondicionar.
Se fue reformando poco a poco en vistas de hacerlo visitable, inspirándose en la recuperación del patrimonio que se estaba realizando en Asturias. En 2007 se inauguró el Museo de la Ciencia y la Arqueología Minera, gracias a los fondos del Plan de la Minería, al impulso del Ayuntamiento, a AZAFT (Asociación Zaragozana de Amigos del Ferrocarril y Tranvías) y a Manuel Beltrán. Este vecino y antiguo minero de manera altruista restauró el coche de viajeros y muchos utensilios y realizó recreaciones en miniatura del trabajo en la mina.
El siguiente paso fue instalar vías para poder enseñar cómo funcionaba el ferrocarril. El presidente de la Asociación de Defensa del Patrimonio especifica las distintas fases: “El primer tramo en 2012 fue 100 metros de vía, luego se hizo toda la plaza del pozo, unos 800 metros, y luego se prolongó 3 kilómetros en 2017, prácticamente hasta llegar aquí al museo”.
Para ir por estas vías se necesitan locomotoras. Actualmente el trabajo rutinario lo realiza una pequeña locomotora diésel, la Deutz 56779 de 1958. Cada quince días la Asociación Zaragozana de Amigos del Ferrocarril y el Tranvía viene a Utrillas para poner en marcha la locomotora de vapor Hulla ya desde el día de antes, mantenerla y arreglarla.
Orestein & Koppel la fabricaron en el año 1903 y desde ahí trabaja en Utrillas. Desde 1966 permaneció abandonada durante años hasta que José María Valero la compró en 1986. Adrián Baquero explica el papel clave de AZAFT: “En 2002 la restauramos. Desde entonces ha estado dando servicio: hasta 2012 en la finca del particular y desde 2012 en Utrillas cuando fue adquirida por el ayuntamiento”. Debido a “su mantenimiento antiguo”, solo se puede utilizar cada quince días.
Los deseos son que hubiera siempre disponible una locomotora de vapor para cargar el coche de viajeros “El Tranvía”. Para ello, durante estos últimos años se ha restaurado funcionalmente la número 31. Esta se encontraba expuesta en la entrada sur de Utrillas, pero en 2015 se transportó hasta los garajes para hacerla funcional. Hinojo nos cuenta que “faltan unos pequeños retoques que por culpa de la pandemia no han podido estar terminados”, pero esperan poder estrenarla este año.
Detrás de esta máquina hay una historia interesante: se fabrica en 1918 en origen para Turquía pero la compra el Ejército español. Recorre las tierras del Rift por el norte de África. Cuando se termina la campaña española todos sus ferrocarriles se traen de vuelta y en los años 40 ellos los ponen en venta. MFU adquiere dos, entre ellas la nº 31, que presta su servicio hasta 1966, año el que cierran las vías de Utrillas.
Vistas al futuro
La puesta en funcionamiento de esta locomotora es el próximo paso. No obstante, José Hinojo admite que tienen muchos más planes en mente. El siguiente proyecto es conectar el polvorín con la boca de entrada del Pozo Santa Bárbara con una galería transitable. El polvorín es el lugar donde se guardaba la dinamita. Ahora esta rehabilitado. Entre medias de este edificio y el parque temático pasa una carretera nacional. Por lo tanto hay que salvarlo por debajo.
El presidente de la Asociación de Voluntarios explica el procedimiento: “Nos hacen falta unos 700 metros aproximadamente de galería. Ya tenemos una galería vieja de mina y la vamos a aprovechar, y luego haríamos otro tramo que es la mitad”. También a corto plazo quieren acondicionar los desmontes para los turistas, no solo para geógrafos, y habilitar una zona en altura como mirador para observar todo el conjunto minero.
El proyecto estrella, que según Hinojo se debe hacer sí o sí, es llegar hasta los lavaderos de carbón por el mismo sitio a ser posible por el que se llevaba hace cien años el carbón, cruzando el casco urbano incluido. Ve complicado una línea continua puesto que ha crecido y ha cambiado la morfología del pueblo.
Para solucionar esto hay dos opciones. Por un lado se podría modificar el trazado original. Otra opción sería dividirlo en dos tramos: uno, el recorrido actual y el 2º, que iría desde el barrio La Tejería hasta los antiguos lavaderos, una zona un poco abandonada. Entre las dos estaciones se podría ir perfectamente caminando y, mientras tanto, explicar la historia del pueblo.
Todas estas ideas ampliarían la oferta. Incluso se busca unir en una misma entrada el parque geológico de Aliaga, el parque temático minero de Utrillas y el museo minero de Escucha. Mucha gente aprovecha el día para acudir a los tres lugares. La de verano suele ser una buena temporada, especialmente en agosto. En septiembre y en octubre reciben muchas excursiones, desde alumnos de educación Infantil hasta facultades de Geología.
Todos estos visitantes pueden disfrutar del legado minero que impregna cada metro cuadrado de Utrillas. Incluso ha dejado su marca en Zaragoza: la plaza Utrillas la nombraron así porque allí arribaban los trenes cargados de carbón. Este patrimonio se mantiene gracias sobre todo al trabajo de la Asociación de Voluntarios del Patrimonio de Utrillas y al Ayuntamiento. El conjunto es muy especial y te transporta a la época donde la minería articulaba y generaba riqueza para toda la comarca.