La preocupación por la seguridad marca una primera vuelta de las elecciones en Ecuador de resultado incierto
Ecuador celebra este domingo la primera vuelta de las elecciones presidenciales y legislativas, bajo la sombra de la inseguridad ciudadana y el crimen organizado, que se ha cobrado la vida de varios representantes políticos, entre ellos el candidato Fernando Villavicencio.
Ocho candidatos aspiran a suceder a Guillermo Lasso hasta mayo de 2025, cuando el país deberá volver a las urnas.
Quien gane tendrá que hacer frente a la inestabilidad política y al ascenso de la violencia alimentada por el narcotráfico, que ha cambiado la faz de un país que hasta hace poco era el más pacífico de América Latina.
El resultado más probable: González disputará una segunda vuelta
Desde el pasado día 9 de agosto (es decir, antes del asesinato de Villavicencio) no se realizan encuestas en Ecuador, y desde el 11 ya no se pueden difundir. Las últimas colocaban como favorita a Luisa González, la candidata de Revolución Ciudadana, el partido del expresidente Rafael Correa.
Por detrás, tres candidatos obtenían entre el 10 y el 14 %: Yaku Pérez, de la coalición de izquierdas y ecologista Claro que se puede; Otto Sonnenholzner (Actuemos); y Jan Topic (País sin miedo).
Yaku Pérez quedó tercero en las anteriores elecciones, donde se presentaba por el partido indigenista Pachakutik, y a punto estuvo de pasar a la segunda vuelta. Sonnenholzner es un recién llegado a la política que fue vicepresidente con Lenín Moreno. Mientras Topic se ha beneficiado en el último tramo de campaña de su propuesta de «mano dura» contra el crimen organizado.
El escenario más probable es que Luisa González pase a segunda vuelta (que se celebrará en octubre) y tenga que enfrentarse con uno de estos tres aspirantes.
El resto quedarán fuera de la liza. Esto incluye al periodista Christian Zurita, que sustituye a Villavicencio al frente de Construye; a los empresarios Xavier Hervas (RETO) y Daniel Noboa (ADN); y al abogado independiente Bolivar Armijos (Amigo).
«Todo apunta a una victoria de la candidata correísta – confirma, en declaraciones a RTVE.es, Silvio Falcón, politólogo y analista de la situción en América Latina – Las encuestas le daban ventaja desde hace meses. Sin duda, habrá una segunda vuelta y no está muy claro qué fuerza sería la que acompañaría a Luisa González en el balotaje».
«Quien salga tendrá que trabajar en la segunda vuelta para formar una gran coalición anti-correísta», explica a RTVE.es Francisco Sánchez, director del Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca. «Las elecciones en América Latina últimamente se están resolviendo en coaliciones ‘anti’. Pasó en Perú, anteriormente en Ecuador, y posiblemente pase en Argentina. El voto no es positivo, sino más bien negativo».
No obstante, no hay que descartar que el partido de Villavicencio se beneficie de un «voto de simpatía». Además, según advierte Francisco Sánchez, las encuestas han sido «erráticas», con gran variabilidad de datos y margen de error, y hay alrededor de un 40 % de indecisos, por lo que el resultado este domingo es incierto.
Ecología, economía y problemas sociales: los otros temas pendientes
Lo que parece indudable es que, tras el asesinato de Villavicencio, que estuvo precedido por el de otros políticos y seguido del de un dirigente correísta, la seguridad se ha convertido en una de las principales preocupaciones para los ecuatorianos y en un arma arrojadiza para los candidatos.
Varios de ellos, por ejemplo, han acusado a Correa de haber sido demasiado blando durante su mandato, cuando intentó reinsertar a grupos como los Latin Kings.
«Es muy fácil atacar a Correa e intentar mostrar cierta evidencia de que no ha mantenido una política activa de control de los grupos, sino que ha intentado pactar con ellos», señala Francisco Sánchez.
Los votantes tendrán el domingo un recordatorio de la situación en el fuerte dispositivo de las fuerzas de seguridad (más de 100.000 agentes) y en las papeletas del movimiento Construye en las que, a pesar de que el candidato es Zurita, se mantiene la imagen de Villavicencio.
Pero hay otros asuntos en la agenda política que pueden condicionar el voto, como la crisis económica, las exigencias de medidas sociales, la corrupción o la ecología.
Coincidiendo con las elecciones se celebran dos referendos en los que se decide si se paralizan sendos proyectos con impacto medioambiental: la minería metálica en el Chocó Andino, y la explotación del petróleo en el Parque Nacional Yasuní, el corazón de la selva amazónica ecuatoriana.
Hay que tener en cuenta que el país tiene una tradición de activismo de las comunidades indígenas. En consultas similiares, los ecuatorianos siempre han votado a favor de paralizar este tipo de proyectos extractivos.
Jimena Blanco, directora para las Américas de Verisk Maplecroft, una empresa que realiza análisis de riesgo global, subraya las repercusiones económicas de estas decisiones. Solo con el proyecto petrolero, Ecuador podría ingresar 1.200 millones de dólares.
«Luisa González es la única que no se ha manifestado en contra [de los proyectos], y eso tiene que ver con la expectativa de llegar al gobierno, de que el resultado de las consultas puede tener un impacto significativo para el país. Quien gobierne tendrá que lidiar con ese impacto«, ha explicado Blanco a RTVE.es.
“Esta es una ‘elección bisagra’ para Ecuador porque trata dos temas cruciales: la seguridad y cómo se desarrrolla económicamente en el futuro“
Para la analista, la de este domingo «es una ‘elección bisagra’ para Ecuador porque trata dos temas cruciales: la seguridad y cómo se desarrolla económicamente en el futuro».
El politólogo Silvio Falcón recuerda además la importancia de las reivindicacioners sociales, que quedaron insatisfechas en las protestas de 2019. «Se acabó votando por un gobierno de derecha que no ha respondido con medidas tangibles a las peticiones que se hacían en 2019. La pandemia ayudó a taparlo, aunque hubo algunas protestas», subraya.
«Si hay un gobierno de otro signo, podrá recoger esta petición de hacer cambios estructurales a nivel social o, en el caso de correísmo, de retomar propuestas anteriores a los gobiernos de Moreno y Lasso», considera Falcón.
«Hay varios ejes en los que se puede desarrollar la campaña y depende mucho de quién sea el otro candidato», apostilla por su parte Francisco Sánchez, con la vista puesta en la segunda vuelta. «Dependiendo de quién sea, por ahí vendrán los ataques«.
Un presidente de transición y más inestabilidad política
Las elecciones pondrán fin al mandato de Lasso, que no ha contado con un apoyo mayoritario ni en la Asamblea ni en la calle (hay que recordar que disolvió la Cámara cuando se disponía a votar su destitución), pero no es probable que traigan mayor estabilidad política. Y es que el nuevo presidente o presidenta solo ostentará el cargo entre noviembre de este año y mayo de 2025, cuando se complete el mandato y haya que convocar de nuevo elecciones.
Silvio Falcón cree que los asesinatos de representantes políticos deberían servir de «incentivo» para que las formaciones se pusieran de acuerdo en «restaurar un cierto orden». Pero no espera que sea así, visto lo ocurrido tras el asesinato de Villavicencio.
«Ante una situación extrema de debilidad del Estado, lo que han hecho es acusarse unos a otros y no han dado imagen de estabilidad. No es un buen síntoma para pensar que el próximo periodo pueda ser diferente», se lamenta.
El politólogo estima que esto podría cambiar si al menos «se consolida un espacio opositor no fragmentado, si hubiera dos espacios que, aunque opuestos, se reconocen como interlocutores».
«Hay dos grandes escenarios, – explica Francisco Sánchez – uno si gana el correísmo, y otro si gana otro candidato. Si gana el correísmo, partirá de una base parlamentaria que le permitirá tomar ciertas medidas creando coaliciones. Pero si no, habrá un presidente que tendrá una muy fuerte oposición del grupo mayoritario. Solo por dar un dato, Lasso en tres años solo puedo aprobar tres leyes«.
El director del Instituto de Iberoamérica evoca otro escenario más, improbable pero deseado por el correísmo, de constitución de una Asamblea Constituyente para «resetear» el sistema político, disolver la Asamblea y posponer las elecciones de 2025. «Pero para eso necesita la mayoría en la Asamblea, y en este momento el país está muy dividido».
«Este definitivamente no es el fin de la inestabilidad política en el país, ni el fin de la inseguridad», avisa Jimena Blanco, que no descarta que la respuesta a la violencia criminal se «militarice».
La analista de Verisk Maplecroft prevé una «campaña constante» hasta que se termine la legislatura. «Quienes lleguen al poder, querrán retenerlo en 2025, y quienes no lleguen, querrán desbancar al que llegó. Una vez que haya un nuevo presidente, este no va a ser el fin de la historia, sino solo una pausa temporal«.