India adelanta a Rusia y EEUU: por qué todas quieren conquistar el polo sur de la Luna
Algo está cambiando en el liderazgo de la exploración espacial. Tras el intento ruso de hace unos días, que acabó en fracaso al estrellarse la sonda Luna-25, la India se ha convertido en el primer país que logra posar con éxito una nave en el polo sur de la Luna. La misión Chandrayaan-3, que ha logrado aterrizar el módulo Vikram en la superficie, supone un hito para este país, pero también abre una nueva fase de la conquista del espacio. De repente, todas las potencias han vuelto a interesarse por nuestro satélite y, en particular, por ese lugar en concreto. ¿Por qué es tan importante aterrizar en el polo sur de la Luna?
No solo Rusia y la India han puesto sus ojos en esta localización ahora y casi de forma simultánea, sino que el regreso del ser humano a nuestro satélite después de más de 50 años, previsto por la NASA para 2025, también tendría lugar en esta zona, según los planes de la misión Artemis. Está claro que las distintas agencias espaciales han fijado este objetivo como prioritario y que no puede ser casualidad, sino que estamos ante una nueva carrera científica y tecnológica que tiene sus motivos. ¿Cuáles son?
María del Pilar Díaz M. A. Méndez
Los expertos señalan varios factores. “Hay un interés meramente científico que tiene con el estudio del origen de la propia Luna, de la Tierra y del Sistema Solar; pero ahora se han incorporado nuevos elementos, incluido el comercial”, afirma David Barrado Navascués, director científico del Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA), en declaraciones a El Confidencial. En primer lugar, en el polo sur existe una ingente cantidad de agua en forma de hielo que “va a ser esencial para la supervivencia del ser humano y para la generación de combustible para otros cohetes”, pensando en que una futura base podría ser clave para saltar a Marte o incluso para alcanzar asteroides. Precisamente, la misión Chandrayaan-1 descubrió el agua helada en los polos en 2009.
Recursos clave para tener una presencia permanente
Explotar este recurso del polo sur parece un objetivo factible y resulta, sin duda, un paso imprescindible para ir un poco más allá en la exploración espacial. “Las cantidades de agua necesarias para la supervivencia de una colonia serían muy grandes, por lo tanto, extraer ese recurso in situ es muy importante”, asegura el científico. Pensar en un transporte desde la Tierra complicaría e incluso imposibilitaría este objetivo. Sin embargo, el consumo humano solo es una parte de la ecuación que manejan las potencias espaciales.
India ya está en la Luna tras el éxito de su misión espacial
La obtención de combustible es el segundo factor fundamental, ya que las moléculas de agua se pueden descomponer, mediante electrólisis, para separar oxígeno e hidrógeno, obteniendo estos dos componentes, también imprescindibles. De hecho, este segundo elemento, el hidrógeno, es una fuente de energía que también está llamada a ser esencial en un futuro próximo para los medios de transporte de la Tierra. Su obtención a partir del agua requiere de otra fuente de energía que, en la Luna, podrían ser placas solares o un reactor de fisión nuclear.
No obstante, existen otros recursos que también están relacionados con esta cuestión: los minerales presentes en la superficie lunar y su posible explotación también son clave en esta nueva carrera espacial. Uno de los más llamativos es el helio-3, un isótopo no radiactivo que en un futuro podría emplearse como combustible para producir energía por fusión nuclear, algo que todavía es sueño en nuestro planeta y que presenta muchas dudas sobre su viabilidad en el satélite, pero que no deja de ser una posibilidad de cara al futuro. Por otra parte, la presencia de hierro, aluminio y titanio tampoco es baladí: podrían ser los materiales con los que se construya algún tipo de asentamiento o base lunar.
¿Quién tiene derecho a explotarlo?
Es más, no se descarta incluso que se puedan extraer las tierras raras que contiene la Luna, elementos escasos en la Tierra y que resultan clave para las tecnologías modernas. Hace apenas dos meses, Gerald Sanders, científico del Centro Espacial Johnston de la NASA, afirmó en el Congreso Mundial de Minería celebrado en Australia que EEUU puede estar en condiciones de explotar los recursos minerales del satélite en 2032. Según explicó, antes habrá que pasar por una fase de exploración y perforación, tras asegurar el suministro de oxígeno y agua.
Este planteamiento abre nuevas incógnitas científicas y políticas, porque desde los años 60 existen tratados internacionales que impiden que las naciones puedan reclamar la soberanía sobre la Luna. En ese sentido, ¿es posible apropiarse de los recursos? ¿Es ese uno de los objetivos que persiguen las empresas privadas que se han incorporado a la carrera espacial? “Nadie va a poner una cerca delimitando el polo sur, desde mi punto de vista los tratados limitan las posibilidades de la explotación comercial”, señala el director científico del Centro de Astrobiología.
La situación es similar a lo que ocurrió con la Antártida. Varios países realizaron reclamaciones territoriales sobre este continente, pero un tratado fijó que todas las actividades que se realicen en este continente deben beneficiar a toda la humanidad y centrarse en la investigación científica. Sin embargo, los acuerdos del programa Artemis, que han firmado casi una treintena de países, entre ellos España, mencionan que una ampliación del Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre, el más importante que existe sobre el espacio, permitiría “la realización de actividades comerciales siempre y cuando no se prohíba hacerlo a otros países”.
En cualquier caso, los expertos creen que estamos muy lejos de que una empresa pueda llegar a obtener un beneficio real de la explotación de recursos en la Luna y que probablemente solo podrá canalizarse a través de la fuerte inversión pública que, de momento, es la que sigue impulsando la exploración espacial, y con objetivos científicos. Por otra parte, «etamos pensando en que esa exploración sea humana, en que haya una base que sea capaz de explotar los recursos in situ y dé el salto a Marte o a los asteroides, pero esto no tiene por qué ser necesariamente así, la exploración y posible explotación de recursos podría realizarse con naves automáticas, ya que sería más rápido, más seguro y más barato, aunque no tenga la misma épica”, señala Barrado Navascués.
Las implicaciones económicas de esta competición internacional espacial, centrada de nuevo en la Luna, parecen evidentes. Sin embargo, también existen factores geopolíticos más sutiles, como el soft power o poder blando. Este término alude a “cómo se proyecta un país dentro de su propia sociedad y al resto del mundo, así como sus empresas”, apunta el experto. En este caso, ser capaces de poner una sonda en la Luna sigue siendo un hito científico que muestra las capacidades técnicas de cada potencia, una tarjeta de presentación que sirve, a su vez, para vender otros productos y como herramienta de propaganda.
Por qué es tan complicado alunizar bien
No obstante, ya han pasado 54 años desde que Neil Armstrong dejó su huella en nuestro satélite, así que cabe preguntarse por qué aún resulta tan complicado posar un objeto en la superficie lunar. De hecho, solo lo han conseguido hacerlo de forma “suave” EEUU, la antigua URSS y China. Más fácil es estrellar aparatos de manera deliberada, como también se ha hecho (por ejemplo, para provocar pequeños terremotos que permiten estudiar la estructura interna). En cualquier caso, la tasa de fracaso de los alunizajes controlados es muy alta. Recientemente, se han estrellado una sonda privada de Israel y otra de la propia India (Chandrayaan-2, en 2019). Japón, que también fracasó el pasado mes de abril, lo intentará de nuevo el próximo viernes en el ecuador.
“Cada nave es un nuevo diseño y todo está programado de antemano, tiene que ser autónoma, no se puede ir corrigiendo porque hay un retraso de algunos segundos entre la emisión y la recepción de información”, explica el experto del INTA. El polo sur presenta una dificultad añadida, porque es necesario modificar la órbita para posarse en este punto. Lo habitual es mandar sondas cerca del ecuador para evitar complicaciones adicionales, pero el interés específico por el polo sur implica este nuevo reto.
La nave india Vikram incluye un pequeño rover de exploración, que tendrá una duración muy limitada, y un módulo estable que analizará composiciones químicas y estructuras. Para la agencia india es un éxito, aunque en términos más generales sus aportaciones serán limitadas. En cambio, la NASA tiene previsto hacer lo mismo próximamente de forma más sistemática. En breve, bastantes países van a ser capaces de lanzar sondas relativamente económicas que van a multiplicar los datos y la información. Definitivamente, vamos a mirar la Luna con otros ojos.