Un nuevo escándalo sacude Reino Unido: centenares de colegios corren riesgo de derrumbe ante la falta de fondos
Cuando Reino Unido entraba en el último curso político antes de las elecciones (que serán probablemente en el próximo verano u otoño), el primer ministro, Rishi Sunak, se ha encontrado con un nuevo escándalo en la ‘vuelta al cole’: centenares de escuelas e institutos corren el riesgo de derrumbarse «sin aviso previo». Y lo que es peor, el Gobierno, cuando Sunak era ministro de Hacienda, lleva años negándose a dar los fondos necesarios para reconstruir todos esos colegios antes de que fuera demasiado tarde.
La clave está en el llamado «hormigón celular reforzado», un material de construcción barato usado para construir miles de colegios en Inglaterra entre los años 60 y 90. Este tipo de cemento, sin el mantenimiento necesario contra la humedad (especialmente en un país tan lluvioso), pierde su fuerza a los 50 años y puede colapsar en cualquier momento. Varios centenares de edificios ya han pasado ese límite de seguridad, al menos unos 600. Y la semana pasada, una escuela en Kent sufrió el derrumbe de una viga, obligando a su cierre justo antes de que los niños volvieran a las clases. Un centenar de colegios ya han recibido la orden de cerrar partes del edificio ante el riesgo de colapso.
La clave del escándalo, en concreto, está en que el Gobierno del Partido Conservador lleva años conociendo este problema. Cuando Jonathan Slater, el secretario de Educación, avisó en 2018 de que haría falta reconstruir unas 300 escuelas al año para evitar poner en peligro la vida de los alumnos, el entonces ministro de Hacienda, Sunak, ofreció solo dinero para reconstruir 50 al año. Slater denunció este hecho en una entrevista en la cadena BBC este lunes, recordando que «gobernar es tomar decisiones, y esa es la decisión que tomó» el que es ahora primer ministro.
La noticia pilló con el pie cambiado a la ministra de Educación, Gillian Keegan, la décima ocupante de ese cargo en los 13 años de Gobierno ‘Tory’ y la quinta en poco más de un año. En una entrevista a la cadena ITV, Keegan criticó que sus predecesores habían estado «sentados con las manos bajo el culo» en vez de hacer algo en este tema, y se lamentó de que nadie la felicitara por «el jodido buen trabajo que estoy haciendo». Poco después tuvo que pedir perdón por sus palabras fuera de tono.
Mientras tanto, el Gobierno se ha limitado a recordar que «la mayoría de los colegios no están afectados». Un mensaje que ha llevado a la oposición laborista a señalar sarcásticamente que, en la película Tiburón de Steven Spielberg, «la mayoría de los bañistas no son devorados por el tiburón».
El mayor problema detrás de esta crisis es que el Reino Unido ha reducido de forma notable las inversiones en capital e infraestructuras desde 2010, como consecuencia de las políticas de austeridad impuestas por el ‘tory’ David Cameron tras la crisis financiera y que ninguno de sus sucesores ha corregido. A eso se une la sensible situación económica del país por las otras políticas de los Conservadores en este tiempo: el ‘Brexit’ ha reducido el PIB del país en 5 puntos, según las estimaciones más recientes; y el ‘minipresupuesto’ de la fugaz Liz Truss -nombrada primera ministra hace justo un año- destrozó la credibilidad económica del país en los mercados y obligó al actual ministro de Hacienda, Jeremy Hunt, a tomar un giro ortodoxo y frugal.
La medida del enfado popular se verá en octubre, en las siguientes elecciones parciales para renovar dos escaños vacantes. En una de ellas, los ‘Tories’ defienden una circunscripción que ganaron por 38 puntos en 2019, pero que las encuestas indican que podrían perder ante los laboristas. Escándalos como estos no parece que vayan a ayudar al ya debilitado Sunak a sobrevivir el año clave que tiene por delante.