Sin acuerdo entre los líderes de la UE sobre el calendario para incorporar nuevos socios
La Unión Europea da los primeros trazos para dibujar su hoja de ruta de los próximos años. La Cumbre informal de líderes de la UE en Granada estaba llamada a establecer una agenda estratégica que defina lo que el bloque comunitario quiere en un futuro, cuáles son las prioridades, con la perspectiva de la ampliación en mente para una UE de más de 30. Sin embargo, la cita se ha saldado sin un calendario concreto sobre la incorporación de nuevos socios.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha indicado este viernes que «no hay atajos», tampoco «automatismos». Ha explicado que es un proceso «basado en méritos» e «individual», por lo que unos países «irán más rápido que otros dependiendo de la voluntad política para hacer reformas».
Todo ello, pese a que el presidente del Consejo de la UE, Charles Michel, hubiera fijado, el pasado agosto, 2030 como horizonte para una UE ampliada. Un intento de alentar a los candidatos de los países de los Balcanes y de «evitar el sentimiento de debilitación», justificó el político belga considerando que cuentan dos décadas de espera para pasar de la fase de país candidato.
La declaración de Granada ha dejado cierto regusto a fracaso. Todos los puntos han sido respaldados por los Veintisiete a excepción del párrafo sobre migración, una controvertida pieza de la política europea en la que Hungría y Polonia han marcado sus claras distancias.
Lo avanzó a su salida del encuentro el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki: «rechazo oficialmente todo el párrafo de conclusiones de la cumbre sobre migración», dijo en una publicación en Twitter, en línea con un posicionamiento marcadamente antiimigración que también secunda el primer ministro húngaro, Viktor Orbán.
Como todo cambio importante, la ampliación de la UE genera certezas y miedos a los integrantes del club comunitario. Cuestiones como si el cumplimiento de las reformas requeridas se mantendrá en el tiempo o la nueva balanza en el reparto de los fondos y presupuesto comunitario suscitan las principales controversias. Un punto respecto al cual Von der Leyen ha evidenciado la trayectoria que cuentan las instituciones comunitarias en procesos de ampliación y ha concretado que otros cambios se hicieron en décadas anteriores.
Será el próximo noviembre cuando la Comisión Europea presente su evaluación sobre el punto en el que se encuentran los socios candidatos al proceso de ampliación, por lo que hasta la Cumbre formal de diciembre los líderes comunitarios no volverán a abordar esta cuestión, explicó la presidenta de la Comisión Europea.
En este marco, el Alto Representante de la UE, Josep Borrell, ha defendido que la ampliación tenga una perspectiva ajustada a cada país aspirante a formar parte del bloque comunitario. «Hemos tardado mucho con la ampliación», ha afirmado. «Ucrania ha llegado empujando la fila de candidatos. Y la fila se moverá, se moverá rápido».
Paradójicamente puso sobre la mesa algunas de las cuestiones que suscitan más divergencias sobre la ampliación el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki: mentó el cumplimiento de los requisitos previos para formar parte de la UE, pese a que su país se encuentra en el ojo de Bruselas por no cumplir con las garantías del Estado de Derecho que se requieren para entrar a formar parte de la UE. Añadió a la ecuación las cuestiones de política exterior o política fiscal y puso sobre la mesa la cuestión de distribución de recursos comunitarios.
El siempre polémico líder del Gobierno húngaro, Viktor Orban, llegó al encuentro con un mensaje pesimista: «la fatiga de la ampliación», llamó a la espera que atestiguan los casi eternos países candidatos Albania, Bosnia-Herzegovina, Macedonia del Norte, Moldavia, Montenegro, Serbia y Turquía. «Es totalmente injusto para estos países»; juzgó.
Como contrapartida, no es que se haya mostrado muy favorable a la inclusión de Ucrania en el bloque comunitario, poniendo por delante las incertidumbres que genera que el país esté en guerra, tanto en términos de población como de territorio. Así es que reclamó analizar cuáles son las consecuencias de este proceso en términos de seguridad, en términos de fondos y otras cuestiones estratégicas.
Los bálticos ven con buenos ojos que Ucrania se acoja bajo el brazo de la UE. Lo declaró así la primera ministra letona, Evika Silina, y esgrimió con persuasión los argumentos para ejecutar la ampliación su homóloga estonia, Kaja Kallas, proclive a que se avance en las negociaciones. Ha argumentado, que Europa «está compitiendo con otras regiones del mundo» y considera, por ende, que este proceso resultará beneficioso para ambas partes.
«También es en interés de Europa que estos países hagan reformas en el Estado de Derecho, democracia o se desprendan de la corrupción», afirmó la política estonia que apostó por «aprovechar la ventana de oportunidad», dar «pequeños pasos» al tiempo que apremió a «ser abiertos» y concretó «2030 parece que está muy lejos».