Ana María Clavería: «Llevamos más de cinco décadas mejorando el medio ambiente»
La bióloga Ana María Clavería es una catalana que llegó a Córdoba en 1970, después de enamorarse de esta tierra. Desde entonces se ha dedicado a su finca, La Jarosa, situada en Trassierra. Un pulmón verde para Córdoba que alimenta a más de 300 ejemplares de vaca limusina y en el que cada día, sin faltar ni uno, se recogen los datos meteorológicos en su pequeña estación. Por este motivo, este año la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha reconocido la constancia de esta mujer, en su contribución al estudio de los fenómenos ambientales, otorgándole el Premio Nacional de Meteorología.
¿A qué se dedica en la finca y cuál ha sido su labor durante todos estos años?
Esta finca es de la empresa familiar desde 1970. Era una finca virgen porque había afectado la conocida como peste porcina y estaba completamente abandonada. Nosotros empezamos a trabajarla y a lo largo del tiempo pudimos contactar con la Aemet, que fue la que nos puso la estación meteorológica. Cada día hay una persona que recoge los datos, los anota en un estadillo, me los pasa a mí y yo, al final de cada mes, los recopilo, hago las medias y realizo una serie de cálculos que hay que mandar a Sevilla. Esa es la labor que yo hago, principalmente.
¿Este trabajo se hace de forma altruista?
Sí, la Aemet da una pequeña subvención que la recibe la persona que recoge los datos cada día. Pero es una cifra simbólica. Esto se hace para contribuir a la investigación porque esos datos luego se revierten para las personas que están haciendo estudios ambientales y son interesantes. Además, nosotros tenemos mucho contacto con la Universidad de Córdoba.
¿De qué forma trabajan con ellos?
Tenemos becarios, hemos tenido colmenas de la facultad. Trabajamos mucho con el Ifapa, porque estamos haciendo regeneración de encinas. También con la Cátedra de Genética, se han hecho muchas reformas a nivel de genética del ganado para promocionar la genética y para tener buenos sementales.
¿Qué animales se pueden encontrar en La Jarosa?
Tenemos vacas limusinas y toros de la misma raza, que se dedican a procrear. Es ganadería extensiva, es decir, se alimentan de la vegetación natural del campo. Todo esto redunda en una gran calidad para la alimentación. Si el tiempo es bueno y tenemos suficiente pluviometría no es necesaria una alimentación adicional. Se alimentan con la naturaleza. Con el problema actual de la sequía no es posible.
¿Quién es la persona encargada de trabajar con usted para recopilar los datos?
María José Muñoz. Ella recoge los datos todas las mañanas. Siempre hablamos del ganadero o del encargado, maquinista, y la mujer en el campo hace cantidad de labores que no se le reconocen, como por ejemplo esta.
¿Qué otros trabajos se realizan en la finca?
La colaboración con la Aemet es una parte muy pequeña del trabajo de la finca, además de esa recopilación, hacemos muchísimas cosas. Entre otras labores, contamos con una presa para el riego que actualmente está seca. Esta presa ha servido también para cargar los helicópteros cuando ha habido algún incendio.
«Cuando haces algo de manera voluntaria no esperas que te den nada a cambio»
¿Ha notado el cambio del medio ambiente y de la meteorología en estos años?
En nuestros datos, algo que hemos observado muchísimo es que las precipitaciones son muy intensas, pero ese agua se aprovecha muy poco, porque hay mucha erosión y el resto de los días son muy secos. Antes llovía de forma más regular. Hay días en los que llueven 50 litros y después puede haber un mes sin lluvia.
¿Qué manera habría de solucionar este problema?
Entre todos podríamos hacer algo. Yo creo que poco a poco nos vamos concienciando de que hemos de ayudar, no a que se solucione, porque no depende de nosotros, pero sí ser más ecológicos para ayudar al medio ambiente, en general. Yo creo que se tendrían que reciclar las aguas para que no se desperdicien. Tenemos mucha agua en el globo terráqueo pero no está aprovechada. Tenemos que aprender a hacerlo.
¿Cómo contribuyen ustedes al medio ambiente?
Un dato muy interesante es la estimación de fijación de dióxido de carbono (CO2). El CO2 es lo que contamina el ambiente. En la finca tenemos una estimación fija de dióxido de carbono de 46 toneladas al año, gracias a nuestra arboleda. Necesitamos el arbolado para la fijación y para que el ambiente se purifique. Los árboles son nuestro pulmón y los estamos talando. Nosotros llevamos 50 años mejorando el medio.
Centrémonos en el premio. ¿Cómo fue?
El premio fue una sorpresa porque cuando haces las cosas de forma voluntaria no esperas nada cambio, pero fue muy interesante. Además, el reconocimiento es muy bonito. Yo lo quería compartir con María José, que es la que está allí todos los días, es un premio que pertenece a las dos. Lo que ocurre es que yo he sido la que he estado siempre allí y, además de María José, ha habido otras personas anteriormente.
«Desde que estoy aquí hemos pasado por tres ciclos de sequía, uno de ellos ahora mismo»
¿Qué se ha reconocido con este galardón?
Se ha premiado la constancia. El que estés cada día recopilando datos, sin faltar ni uno. No hemos faltado ni fiestas, ni puentes, ni vacaciones.
¿Se han dado más premios?
En España se han dado cuatro. Otras veces nos han regalado medallas y otros distintivos, aunque no de tanta importancia.
Recibió el reconocimiento en casa, ¿verdad?
Así es, iban a hacer un encuentro en Madrid de todos los premiados, pero como no se pudo realizar me lo trajeron a la finca y fue un día muy bonito.
Y en cuanto a los medios, han cambiado mucho en estas más de cuatro décadas. ¿Cómo guardaban los datos y cómo lo hacen ahora?
A lo largo de estos cuarenta años se ha ido modernizando bastante la caseta de datos. Por ejemplo, hace unos días nos quitaron el mercurio de los termómetros, ahora son digitales. Todo se ha ido reformando a lo largo de este tiempo pero, desde el principio, anotamos los datos en unos cuadernillos que nos mandan desde Sevilla. Tenemos que completarlos a mano y mandarlos por correo ordinario de vuelta a la capital andaluza. Todo es manual.
Después de tantos años, ¿se ha llegado a obsesionar alguna vez con la falta de precipitaciones?
Claro. Desde que estoy aquí hemos tenido tres ciclos de sequía fuertes, y ahora estamos pasando por uno de ellos. Claro que es obsesión, porque si no llueve el ganado no tiene comida.