La vuelta de Cameron
Este lunes el primer ministro del Reino Unido Rishi Sunak, nombró a uno de sus predecesores, David Cameron, como secretario de Asuntos Exteriores. La decisión sorprendió a todos ya que Cameron se retiró de la política hace más de siete años, pero el Gobierno de Sunak hace aguas y necesitaba reorganizar el gabinete para enfrentar su último año en Downing Street antes de las elecciones del año próximo. Estas elecciones no pintan muy bien para los conservadores. En las encuestas las tienen perdidas y en la calle se observa cierta fatiga tras casi tres lustros de Gobierno tory.
David Cameron, un conservador que renunció como primer ministro horas después de conocerse el resultado del referéndum sobre el Brexit que él mismo había convocado, se encontraba completamente apartado de la primera línea, se dedicaba a dar conferencias, escribir artículos y realizar asesorías a empresas. Había publicado incluso sus memorias, que ni se vendieron demasiado bien en las librerías, ni fueron bien recibidas por la crítica. En algunas entrevistas había asegurado ser feliz fuera de la política, pero, al mismo tiempo, dejaba caer que no le importaría regresar, algo que debió llegar hasta Sunak y le ha tomado la palabra.
No es la primera vez que un primer ministro vuelve al Gabinete, pero este es un movimiento muy poco habitual. Una vez se ha pasado por Downing Street la carrera política de un británico acaba para siempre. Pero Cameron no ha encontrado el acomodo que esperaba fuera de la política. Sunak, por su parte, no hace más que apagar pequeños incendios que minan su credibilidad y alejan aún más al partido Conservador de revalidar la victoria electoral de 2019.
El último de estos incendios se produjo hace unos días cuando la ministra de Interior, Suella Braverman, afirmó en público que las manifestaciones propalestinas que se estaban convocando en el país eran “marchas del odio”. No contenta con eso pidió que se prohibiesen. Braverman no era una diputada rasa, sino la ministra de Interior así que estalló un escándalo. Los laboristas, la comunidad musulmana y buena parte de la prensa exigieron su cese, algo que no tardó en llegar porque Sunak no es precisamente fuerte dentro del partido y sabe de los pésimos sondeos de intención de voto que arrastra. Decidió llevarse al secretario de Exteriores, James Cleverly, a Interior y buscar fuera un candidato para el Foreign Office.
Y fue ahí donde surgió el nombre de Cameron, alguien desprestigiado dentro del partido, pero con algo de tirón en su ala moderada. La llegada de Cameron es, por lo tanto, un intento de atraer a los tories de centroderecha que están desencantados con la deriva del partido tras unos años en los que los conservadores se han movido hacia la derecha ocupando el espacio del UKIP de Nigel Farage. Gracias a eso y al terremoto ocasionado por las negociaciones del Brexit, Boris Johnson obtuvo una victoria histórica hace cuatro años. Pero pocos son ya los que se acuerdan de ella. Reeditarla es poco menos que imposible, pero no dan todo por perdido. Cameron, que era partidario de permanecer en la Unión Europea, puede ayudarles a centrar el mensaje, pero no va a ser sencillo. El partido está muy desgastado, los escándalos se amontonan y no existe un liderazgo claro.
En La ContraRéplica:
- Protestas contra la amnistía
- Pancastellanismo y pancatalanismo
- Las «familias multiespecie«