Historias del cosmos: dos años del telescopio espacial James Webb y contando
Parece que fue ayer cuando el mundo celebraba el exitoso lanzamiento de un nuevo y gigantesco ojo en el espacio. El 25 de diciembre de 2021, el telescopio espacial James Webb (JWST) ascendió por los cielos desde la Guayana Francesa a bordo de un cohete Ariane 5.
Para ese momento habían pasado ya algo más de tres décadas desde que surgió la intención de construir un potente telescopio que pudiera estudiar el universo en infrarrojo y representara la siguiente generación de telescopios para revolucionar la astronomía, cuando el telescopio espacial Hubble apenas comenzaba a hacer historia.
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Dos años después de su llegada al espacio, el JWST ya ha marcado un hito monumental en la exploración del cosmos, aunque su trabajo apenas está comenzando. El JWST, el telescopio más desafiante de la historia, opera en el infrarrojo, lo que le permite indagar sobre objetos fríos, distantes y ocultos tras el polvo cósmico. Su capacidad de observación abarca desde nuestro sistema solar hasta las galaxias más remotas del universo primitivo, inaugurando así una nueva era en la investigación astronómica.
Durante el 2023 hemos sido testigos de cómo el titán tecnológico, resultado de la colaboración entre la Nasa, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense, ha estado desvelando los misterios del cosmos con descubrimientos y anécdotas sorprendentes. Entre ellos destaca su primera imagen del espacio profundo, capturada por la cámara NIRCam, que reveló galaxias que se formaron apenas 300 millones de años después del Big Bang, dando una visión única y detallada de la infancia del universo.
Pero los logros del JWST no se limitan a la observación de galaxias distantes. Ha detectado también moléculas y compuestos químicos en atmósferas de exoplanetas, como carbono, dióxido de carbono e incluso agua. Esta última en el exoplaneta WASP-96 b, situado a 1.150 años luz de la Tierra, un hallazgo que marca la primera vez que se detecta agua en la atmósfera de un mundo fuera de nuestro sistema solar, abriendo nuevas perspectivas en la búsqueda de lugares habitables. Y si de nuestro vecindario cósmico hablamos, el JWST ha revelado datos revolucionarios, en particular sobre anillos y satélites de planetas como Júpiter y Urano.
Todos estos logros son apenas la punta del iceberg, y el futuro del JWST se vislumbra aún más emocionante. Con un lanzamiento “perfecto” que permitió ahorrar gran cantidad de combustible, se espera que pueda continuar su misión durante al menos veinte años más, con lo cual, con total certeza, sus descubrimientos más sorprendentes están aún por llegar. En los próximos años, el telescopio se enfocará en los cuatro objetivos principales que motivaron su construcción.
En primer lugar, el JWST buscará capturar la tenue luz de las primeras estrellas y galaxias que se formaron después del Big Bang. Además, explorará el nacimiento y la evolución de las galaxias, proporcionando una visión más profunda de la estructura y dinámica del universo. También se enfocará en desentrañar detalles sobre la formación estelar, examinando estrellas en diversas etapas de su ciclo de vida. Por último, dirigirá su mirada a sistemas planetarios, permitiéndonos estudiar en detalle multitud de exoplanetas y explorar las condiciones que podrían propiciar la existencia de vida en el cosmos.
¿Descubrirá el JWST una Tierra 2.0, con la temperatura necesaria para albergar agua líquida y una atmósfera con elementos como oxígeno y vapor de agua y otros derivados de la presencia de vida? Solo el tiempo lo dirá, pero, aunque no lo consiga, habrá abierto una ventana invaluable a los secretos del cosmos y abonado el terreno para los telescopios que seguirán en la incesante búsqueda.
SANTIAGO VARGAS
Ph. D. en Astrofísica
Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional