El año en que se pasará del ‘ChatGPT para todo’ a la inteligencia artificial sectorializada
En nada hay más consenso entre los especialistas que en esto: Si en 2023, ChatGPT captó la atención mundial, 2024 será el año de la explosión de la IA generativa, que promete extenderse como mancha de aceite por una gran cantidad de sectores como la educación, las financias, la salud o el comercio. “Dondequiera que miro escucho GenAI [inteligencia artificial generativa]. Ahora mismo estoy en una conferencia en India y todo es GenAI”, dice Kiron Ravindran. Este profesor, junto a otros cinco colegas del IE Business School, vuelven a colaborar con CincoDías para conocer qué tendencias tecnológicas marcarán 2024. Un año en el que habrá que estar atentos a algunas regulaciones, entre ellas las de la IA, o a la llegada del Wifi 7 y las gafas de realidad extendida de Apple.
De la pelea entre ChatGPT, Gemini, Bard, Llama, Bedrock seguirá desarrollándose la integración de estas tecnologías de IA generativa para sectores concretos (bancario, seguros, retail, industrial, y un largo etcétera), con el objetivo fundamental de reducción de costes. Así lo pronostica Fernando Aparicio, quien avanza que se producirá la adaptación de estas tecnologías a los puestos de trabajo actuales, en principio, como una clara herramienta de productividad (mejoras en la previsión de la demanda, optimización y personalización de la experiencia de usuario, rendimiento de las campañas publicitarias, etcétera).
También Enrique Dans cree que 2024 será un año de fuerte consolidación de la IA en todas sus vertientes: “Si la IA generativa sirvió para que, en 2023, muchísimas compañías despertasen a sus posibilidades y también a sus limitaciones, el 2024 será el año en el que muchas otras compañías que no ven claramente casos de uso para una tecnología que da lugar a tantas incertidumbres, experimenten con el machine learning como forma de buscar una automatización más versátil y sofisticada”. Se producirá, continúa en línea con Aparicio, un fuerte impulso de algoritmos especializados, entrenados con datos de ámbitos concretos: “Si en 2023 usamos básicamente ChatGPT para todo, en 2024 veremos muchas compañías desarrollando sus propios algoritmos o adaptando su entrenamiento con sus propios datos, bien por miedo a la privacidad de esos datos o por la necesidad de buscar aplicaciones más específicas y mejor entrenadas en ámbitos concretos”.
Este profesor añade que, además de la IA como tal, se verá un fuerte impulso a la robótica: “El robot Optimus fabricado por Tesla dará lugar a una fuerte reflexión sobre lo que los robots pueden hacer, y si la IA generativa se convirtió en una amenaza percibida para muchos trabajadores de los llamados de cuello blanco, su combinación con la robótica dará lugar a preocupaciones aún más intensas sobre el futuro de los trabajos considerados de cuello azul”.
Casimiro Juanes y Eduardo Pedreño auguran también una explosión en la adopción de la IA, “de lejos la tecnología percibida como con mayor potencial”, dice el primero. “El rápido posicionamiento de los siete magníficos (Apple, Alphabet, Microsoft, Meta, Tesla y Nvidia) en torno a la nueva oleada de la IA lo dice todo”, añade el segundo. Pero lanzan algunas advertencias, como los riesgos asociados a esta tecnología como los deepfakes y la desinformación y la necesidad de tener con la IA una buena balanza de “coste (energético/recursos) versus uso, “pues ya he escuchado varias veces que es como traer una pizza a casa en un Lamborghini”, dice Juanes.
Para este profesor será crucial promover un uso responsable y ético de esta tecnología para fomentar una mayor confianza en las aplicaciones de IA. Y Pedreño sugiere que, pese a la disrupción que plantea la IA, su ritmo de adopción no será tan rápido porque aún no ofrece el grado de fiabilidad requerido para incorporarla en muchos procesos empresariales. “En muchos procesos un porcentaje de acierto del 95% es aceptable, en otros hace falta una fiabilidad del 99,99%. Ahora estamos en el primer escenario y llegar al segundo puede llevar tiempo, en ocasiones mucho tiempo. El full self driving de Tesla es un buen ejemplo, se pospone año tras año porque requiere de un grado de fiabilidad altísimo”, asegura.
Se acelerará la fusión redes sociales y ecommerce, fundamentalmente por la presión de los jugadores chinos (Shein, Temu, Miravia) que obligará a Amazon a dar pasos más firmes en desarrollo de comunidades, gamificación, live streaming, que es su asignatura pendiente y su principal diferencia en cuanto a propuesta de valor. Veremos si lo puede conseguir mientras seguirá creciendo el impacto del marketing de influencia en los presupuestos de marketing digital como vía para que las marcas puedan huir de la creciente cuota de mercado de los marketplaces.
Ligado también al comercio electrónico, Aparicio apuesta por un crecimiento en el llamado quick commerce: “Glovo y Uber Eats son el contrapunto al consumidor que busca precio, centrándose en la entrega ultrarrápida, muy del gusto del consumidor que busca conveniencia, convirtiéndose, por tanto, en un canal pujante tanto de marketing como de ventas, al trabajar en modo distribuidor con las marcas”.
La economía circular en la innovación es la gran apuesta para este año del profesor Zherui Yang. En su opinión, “se hará un uso más sostenible de los recursos con el objetivo de redefinir el crecimiento, centrándose en beneficios positivos para toda la sociedad al desacoplar la actividad económica del consumo de recursos finitos”. Esto implicará, dice eliminar los residuos del sistema y hacer la transición a fuentes de energías renovables. Según explica, se pondrá más énfasis en la creación de productos tecnológicos que sean duraderos, fácilmente reparables y actualizables, reduciendo la necesidad de reemplazos frecuentes y minimizando el desperdicio. Igualmente se apostará por tecnologías avanzadas de reciclaje para recuperar materiales valiosos de residuos electrónicos, promoviendo un sistema de circuito cerrado en la fabricación de tecnología. Y se cambiará hacia modelos basados en servicios (como el arrendamiento o el uso compartido de plataformas) en los sectores tecnológicos, fomentando el uso eficiente de recursos y ampliando el ciclo de vida de los productos”.
2024 será la fecha de salida de las Apple Vision Pro, y en buena medida determinarán si la llamada realidad extendida es una tecnología con recorrido para el mercado generalista o no, advierte Pedreño. “Hasta ahora tanto la realidad virtual como la realidad aumentada no han sido capaces de conquistar el mercado generalista, pero cuando Apple apuesta por un mercado aspira a cambiarlo radicalmente a largo plazo, y hasta ahora han conseguido gigantescos éxitos con esa estrategia”, añade.
Sobre el metaverso, Pedreño advierte que ha sido “el mayor ejercicio de vaporware [lanzamiento que no se concreta pese a los repetidos anuncios]” en lo que va de década. Y su colega Juanes que, en torno a este tema, sigue habiendo mucho ruido y aún pocas nueces en las posibilidades reales de uso. “Aún estamos lejos de una distopía como el Oasis de Ready Player One y, de hecho, a muchas de las inversiones de grandes empresas les falta mucha capacidad de monetización”. Por ello, avisa de que “a esto tenemos que darle mucho más tiempo”.
La computación cuántica sigue conquistando hitos año tras año, y lo volverá a hacer en 2024, en opinión de Pedreño, que asegura que, aunque comercialmente aún no sea un mercado significativo no quiere decir nada. “El futuro de la computación y de la inteligencia artificial dependen en gran medida de la evolución de esta tecnología”, remarca.
Empresas, gobiernos y ciudadanos seguirán marcados por la necesidad de la ciberseguridad, a medida que se va ampliando la superficie de ataque. Juanes señala que los nuevos requisitos regulatorios (NIS, Dora o las exigencias de la SEC a los consejos) ya apuntan en la dirección no solo de mejora, simplificación y extensión de la necesidad de protección y ciber-resiliencia, “sino que comienzan a empujar (por fin) a que sea parte de la gestión de riesgos corporativa al más alto nivel. Además, el foco estará en una buena protección, pero también en ciber-resiliencia para responder a cualquier ataque, por novedoso que sea”. En esta línea, Ravindran remarca que la ciberseguridad siempre ha sido un tema candente, pero “con la inteligencia artificial y la creación de imágenes, es muy probable que la atención sobre ella aumente mucho más este año”.
Convendrá prestar mucha atención a la variable geoestratégica de la tecnología, subraya Pedreño, que recuerda que la guerra tecnológica entre EE UU y China (con Taiwán como telón de fondo) apuntala las diversas tecnologías como activos cruciales por la hegemonía de las grandes superpotencia: ya se trate de microchips como de inteligencia artificial, conectividad o la propia internet. “La supremacía tecnológica dictará en buena medida el futuro liderazgo mundial”, dice. Juanes también apunta que será esencial seguir de cerca algunas legislaciones como la de la IA –”a ver si anima o limita la innovación”– y la de identidades digitales, “menos limitante que otros modelos previos, a ver si ayuda a que nuestros datos personales estén a la vez protegidos y accesibles cuando yo (como usuario y dueño de mis datos) decida”. Y no pasar por alto la referida a los modelos de plataforma (con regulación en temas laborales y de uso de recursos)
Este año seguirá la adopción del 5G, el internet de las cosas (IoT) y el llamado edge computing, con cada vez más capacidad computacional en los extremos de la red (opuesto a la centralización que supone el cloud computing), según aventura Pedreño. Ericsson afirma que 2024 comenzará con 1.600 millones de personas con acceso al 5G, pero Juanes advierte del retraso que lleva Europa frente a EE UU en el despliegue de esta tecnología, “lo que impactará negativamente en la innovación”. En su opinión, la mayoría de las telecos se centrará –tras una primera inversión en espectro y despliegue– en las oportunidades de monetizar el 5G, “que siguen estando en casos de uso en empresas (fábricas inteligentes, logística avanzada y redes privadas). “También veremos muchas oportunidades con despliegue de tecnologías slicing (rebanadas de red) que permitirán ofertar servicios de red de comunicación basados en las necesidades específicas de empresas o clientes”, dice, al tiempo que destaca la llegada de wifi 7, un estándar que promete un gran salto en velocidad y mejora en el ancho de banda, y que podría impulsar el metaverso.
Donde no hay consenso es en lo relativo a las criptomonedas. Enrique Dans cree que 2024 será otro año más de afianzamiento de las mismas en su progresión para convertirse en el dinero del futuro. Asegura que cada vez son más las empresas y particulares que ahorran en criptomonedas fiables (bitcoin o ethereum) para obtener no solo un escudo anti-inflación, sino también una garantía de revalorización a medida que la etapa de descubrimiento del valor continúa desarrollándose. Por ello, añade que “el proceso no tiene freno posible” y que la llegad de fondos de inversión monetarios en bitcoin y en ethereum “no hace más que afianzar la tendencia, dando entrada a más ahorradores que prefieren ver ese tipo de activos custodiados por un actor relevante en el entorno financiero”. Por contra, Pedreño y Juanes creen que las criptomonedas están a la baja y se están quedando relegadas a un nicho minoritario, “lastradas por la peor gestión de una tecnología prometedora que se recuerda, sucesivos rebrandings a cual más lamentable y promesas incumplidas a golpe de populismo. Volverán a generar burbujas y a incumplir promesas, y seguirán las quiebras y encarcelamientos de los brillantes gurús del fenómeno”, opina el primero.
Dans está convencido de que la cadena de bloques se convertirá cada vez más en el protocolo en el que se desarrollan más y más actividades. “La web3, en la que la confianza pasa a estar embebida en el protocolo del sistema, se hará cada vez más preponderante, y durante 2024 veremos a algunas grandes compañías ofreciendo servicios en este entorno y contribuyendo a su popularización”. Frente a esta opinión, Pedreño cree que la tecnología de blockchain sigue mejorando, “pero hay muy pocos casos de uso de éxito notable de implementación y ha pasado a un segundo plano en los planes de muchas empresas”. En la misma línea, Juanes asegura que el blockchain sigue teniendo mucho potencial de transformación, pero que la web 3.0 está “en un momento a la baja
La inteligencia artificial es ya usada por el 80% de los desarrolladores para chequear y mejorar su código. “¿Estamos ante la muerte de los desarrolladores?”, se pregunta Juanes, que asegura “eso sí tendría un impacto brutal, pues muchos de los escenarios de automatización de empleo dan por hecho que lo que se destruye por un lado (tareas automatizables) se aumenta por el otro (desarrolladores que creen la tecnología”. Y apunta una idea conectada con ello: la oportunidad del No code/Low code, que ayuda a cambiar la perspectiva. “En muchos casos no necesitas ser experto en código, pero sí se hace más importante saber hablar mejor con la máquina (para que lo haga por ti)”. Kiron Ravidran también está convencido de que las aplicaciones sin código/código bajo, “ya sea para crear un mapa de procesos o para desarrollar aplicaciones, seguirán creciendo”.
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