Hace 40 años se interrumpió la fecunda pluma de Julio Cortázar
▲ Imagen de Julio Cortázar, incluida en el libro El rostro de las letras, del fotógrafo Rogelio Cuéllar, publicado en 2014.
Susana D. Zamorano
Periódico La Jornada
Lunes 8 de enero de 2024, p. 3
El 12 de febrero se cumplen 40 años de la muerte de uno de los escritores latinoamericanos de mayor influencia en la literatura del siglo XX, Julio Cortázar, y 110 de su nacimiento, el 26 de agosto.
En el contexto de esas efemérides, la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar, fundada en 1993 por los escritores Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez, con apoyo de la Universidad de Guadalajara, como una manera de honrar a su colega, tiene programada una serie de actividades cuyos detalles se darán a conocer en su página web (https://jcortazar.udg.mx/) y redes sociales.
El narrador argentino nació en 1914 en Bélgica, ya que su padre, que era diplomático, estaba destinado a la embajada de Argentina en ese país. Su llegada al mundo fue, como el mismo Cortázar relató en una carta escrita en París en 1963, producto del turismo y la diplomacia; a mi padre lo incorporaron a una misión comercial cerca de la legación argentina en Bélgica, y como acababa de casarse se llevó a mi madre a Bruselas
. Cuatro años después, la familia se fue a vivir a Banfield, pueblo suburbano de Buenos Aires, Argentina.
El autor de Rayuela, incluida en la lista de las 100 mejores novelas en español del siglo XX, obtuvo el título de maestro en 1932, y en 1935 comenzó la carrera de filosofía y letras, mientras daba clases y publicaba estudios de crítica literaria. En esta época, con el seudónimo de Julio Denis, publicó su colección de sonetos Presencia (1938).
Debido a los problemas políticos en Argentina, en la década de 1940 abandonó su trabajo de profesor en la universidad y comenzó a publicar artículos y relatos en revistas literarias. En 1948 consiguió el título de traductor oficial de inglés y francés, y en 1951 publicó Bestiario, su primer libro de cuentos. Obtuvo una beca del gobierno francés y viajó a París, donde trabajó de traductor en la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Además de traducir las obras de Edgar Allan Poe, entre otros, y el estudio de autores franceses, Cortázar se identificó con el surrealismo, lo que influyó en su estilo al escribir. Su fama llegó con la publicación de Rayuela, en 1963, considerada una de las obras centrales del boom latinoamericano y de la literatura en español, donde convergen la realidad y la fantasía, en una historia que puede leerse de dos maneras, de acuerdo con la propuesta que hace su autor.
Pese a las diferencias de pensamiento entre ambos escritores, Cortázar fue gran seguidor de Jorge Luis Borges (Argentina, 1899-Suiza, 1986), quien le publicó un texto por primera vez. En el prólogo que hizo al libro de Cortázar, Cartas a mamá, Borges relata el suceso: “Hacia 1947 yo era secretario de redacción de una revista casi secreta que dirigía la señora Sarah de Ortiz Basualdo. Una tarde nos visitó un muchacho muy alto con un previsible manuscrito. No recuerdo su cara; la ceguera es cómplice del olvido. Me dijo que traía un cuento fantástico y solicitó mi opinión. Le pedí que volviera a los 10 días.
“Antes del plazo señalado, volvió. Le dije que tenía dos noticias. Una, que el manuscrito estaba en la imprenta; otra, que lo ilustraría mi hermana Norah, a quien le había gustado mucho. El cuento, ahora justamente famoso, era el que se titula ‘Casa tomada’.
Años después, en París, Julio Cortázar me recordó ese antiguo episodio y me confió que era la primera vez que veía un texto suyo en letras de molde. Esa circunstancia me honra.
Por su parte, Cortázar habla de Borges en una carta que envió al escritor cubano Roberto Fernández Retamar, en octubre de 1968: “En principio soy –y creo que lo soy cada vez más– muy severo, muy riguroso frente a las palabras. Lo he dicho, porque es una deuda que no me cansaré nunca de pagar, que se lo debo a Borges. Mis lecturas de los cuentos y de los ensayos de Borges en la época en que publicó El jardín de senderos que se bifurcan me mostraron un lenguaje del que yo no tenía idea”.
Su prolífica pluma se interrumpió el 12 de febrero de 1984, cuando murió a los 70 años. Fue enterrado en el cementerio de Montparnasse, en la tumba donde yace Carol Dunlop, su última esposa.