La escasez espera a nuestros nietos – Milenio
La permanente alta en los precios de los alimentos es un indicativo que con toda claridad no está mostrando el futuro que le espera a la Humanidad.
Esto lo informa la FAO, dependencia de la ONU que señala, con estudios en la mano, que el alza llega a un 31% en el presente año, agregando la existencia de una gran presión inflacionaria sobre la población y gobiernos. En octubre pasado hubo un incremento del 3%, con base en el reporte que mide el índice de precios en los alimentos, lo cual constata semanalmente el ama de casa que acude a surtirse de los productos básicos para sostener a su familia.
Esa ama de casa o madre de familia no requiere conocimientos de economía ni de los precios internacionales que se fijan para los productos alimenticios, porque simplemente exclama que “ya no le alcanza”, por lo que se tiene que reducir el consumo y optar por alimentos de menor precio para librar el presupuesto.
Por ejemplo, el precio de los cereales, el maíz, aceites vegetales, lácteos, la carne y el azúcar tienen que reetiquetarse por lo menos una vez a la quincena.
Las causas de este fenómeno atentatorio a la economía familiar se deben al efecto en las cosechas del mal tiempo en todos los continentes, el costo del transporte y de la mano de obra, que inciden en el precio pero que también provocan la reducción de la producción, agregando el costo de los fertilizantes aplicados a la agricultura.
Los grandes productores de alimentos, como lo son los Estados Unidos, Canadá y Rusia, redujeron sus cosechas, incrementando con ello el precio del trigo y del aceite vegetal. Por ejemplo, Italia como gran consumidor de pastas y para exportar, le compra el 40% de trigo a Canadá, razón por la cual el precio del producto se eleva 20% afectando el presupuesto familiar.
Si a estos factores que impactan la economía global se agregan los efectos generados por la pandemia, la inflación y los efectos de la contaminación, el mundo se conduce hacia un grave problema alimentario y de salud.
Las familias que den crédito a los informes de los especialistas sobre esta temática esencial tendrán que cambiar poco a poco sus hábitos de consumo y a aprender a no desperdiciar, como nos ordenaban nuestros padres de exigir “plato limpio”. _