Clima 21: Al menos 33 ríos de la Amazonía venezolana están contaminadas por la minería
Advierten que la contaminación de los ríos por sedimentación y por mercurio aumentó 106 % en los últimos 6 años
Para inicios del año 2017 en Venezuela se reportaban 16 ríos de la cuenca del Orinoco y del Esequibo afectados por la minería ilegal, ahora la cifra subió a 33. Así lo denuncia el Observatorio Venezolano de Derechos Humanos Ambientales (Clima 21) en su informe publicado este 5 de fecbrero.
La cantidad de ríos afectados por la minería en la Amazonía aumentó 106 %, según la institución.
«Todas las cuencas principales están amenazadas por la sedimentación y la contaminación por mercurio derivada de la explotación de oro. En las cuencas del Cuyuní, Caroní y Caura hay comprobadas evidencias de que esta contaminación ha afectado a poblaciones humanas. Ninguna de las Áreas Protegidas al sur del país parece estar cumpliendo con su objetivo de conservar los ecosistemas incluidos en sus territorios incluyendo los ríos que las atraviesan», agregó la ONG.
Clima 21 denunció que el Estado venezolano no ofrece ningún dato o declaración sobre el impacto ambiental del Arco Minero del Orinoco, proyecto del gobierno de Nicolás Maduro desde el año 2016, ni las industrias extractivas de bauxita y coltán en los estados Amazonas, Bolívar y Delta Amacuro, al sur y oriente del país.
«Aunque el daño en algunos casos se inició desde hace más de 100 años, en los últimos 20 años se ha incrementado de manera significativa», agregó el observatorio. «Solo el río Cuyuní (afluente del río Esequibo) parece estar en condición crítica, pero en la mayoría de los casos existe evidencia de un deterioro importante de su salud. Sin embargo, la ausencia de datos actualizados impide conocer del todo su situación actual».
Minería del oro: la más degradante
Alteración de cauces, aumento del riesgo a inundaciones, deforestación de los bosques rivereños, erosión y socavación de sus márgenes; deterioro de la calidad del agua por el incremento de residuos de la explotación —uso de mercurio, fugas de combustibles y lubricantes, así como por residuos orgánicos provenientes de los asentamientos mineros—, envenenamiento, el aumento de la turbidez y la pérdida de biodeiversidad son algunos de los fenómenos socioambientales que enfrentan los cuerpos de agua dulce en la región.
En el caso de la minería del oro, Clima 21 advierte que en Venezuela aumentó el uso de embarcaciones llamadas «dragas», que excarvan y succionan el fondo de los ríos para extraer los minerales, rompiendo la flora y eliminando la fauna de las profundidades.
«Esta forma de minería fluvial ya era utilizada a finales del siglo pasado, pero restringida a pocos ríos, como Atapabo, Caroní y el Paragua. Actualmente, se tienen referencias de la presencia de embarcaciones realizando actividades mineras en al menos 16 ríos en los estados Bolívar (9) y Amazonas (7)», informó la ONG.
El Observatorio advirtió que en el año 2020 el gobierno de Nicolás Maduro anuló la Gaceta Oficial
Nº 0010 del Ministerio de Minería Ecológica para el desarrollo de minería fluvial en los ríos Cuchivero, Caura, Aro, Caroní, Yuruari y Cuyuní, «todos ellos situados dentro del territorio del Arco Minero del Orinoco».
Pero, «hasta la fecha, no ha sido posible verificar esta noticia», agregaron.
El olvido de la bauxita también contamina
Para la ONG, la extracción y prosecamiento de la bauxita lleva en decadencia socioambiental desde el 2006. Las minas a cielo abierto desatendidas en Orinoco medio produjeron unos lagos de «lodo rojo» que genera un riesgo de contaminación a los afluentes si se llegara a derramar.
«La caída de la producción de Bauxilum tuvo como consecuencia que fueran abandonados los programas de conservación de estas lagunas, lo que ha generado filtraciones que están afectando a las lagunas naturales cercanas y posiblemente contaminando al Orinoco y los peces usados en la alimentación humana», se lee en el informe.
«Aunque no se tiene información sobre el impacto ambiental de esta actividad sobre los cuerpos de agua locales, imágenes satelitales de la zona demuestran que los cursos de agua y sus bosques ribereños han sido alterados. Igualmente, se supone que las aguas y organismos de estos tramos fluviales también han sido afectados», agregó la institución.
La opacidad de la minería del coltán
Dentro de la falta de información estatal, Clima 21 advirtió que la minería del coltán aumentó en los últimos 6 años «principalmente en localidades del municipio Cedeño del estado Bolívar, en la cuenca de los ríos Suapure y Parguaza y en el municipio Atures del estado Amazonas».
A través de informantes protegidos por la institución, se destaca que la extracción de este mineral es a cielo abierto y cerca de las cuencas fluviales, erosionando las zonas boscosas y degradan la biodiversidad.
«Aún así, no se tiene información sobre ningún aspecto de la explotación de este mineral, ni sobre los posibles impactos ambientales que puedan estar generando en Venezuela», dijo el observatorio.