20 años del 11-M: cuando España no podía permitirse un Gobierno que mintiera
Llega el 20 aniversario del atentado que cambi la historia de Espaa y los escribas del relato nacional hacen que volvamos a mirar al dedo en vez de la luna, a las revanchas mediticas en vez de a ese comando asesino que destroz 192 vidas, dej casi 2.000 heridos y volte por completo unas elecciones generales y tambin la vida del pas, con consecuencias que an hoy se pagan. El cainismo, el revanchismo y la maldita sombra de la Guerra Civil explotaron a la vez que los trenes provocando que una masacre nacional generara divisin en vez de abrazos de dolor.
Una distorsin que an llega hasta hoy, con polticos y periodistas ms sealados como responsables que los propios terroristas, los que dejaron las mochilas a los pies de viajeros inocentes. Casi nadie se acuerda de Zougam, Bouchar, el Chino… o de aquellos delincuentes asturianos (Trashorras,Toro), porque la historia impuesta seala a Aznar, Acebes, a Bush, a Pedro Jota, Telemadrid, EL MUNDO o la Cope antes que a los autores o patrocinadores de una matanza que dej en Madrid un aire pegajoso, nico, el que cortaba toda la ciudad y el Metro a media maana de ese 11 de marzo de 2004. Un silencio con parntesis, entre el estruendo de las bombas y los gritos de la revuelta poltica que no tardara en desatarse.
Primero las voces de primera hora de la maana, las de la tele, la radio o las de tu hermano, despertndote con sus qu hijos de puta, qu hijos de puta. El susto y el miedo por tu padre, usuario habitual del Cercanas, y por tantos amigos. La resaca de noche larga europea del Madrid (victoria contra el Bayern) pas a un jueves de temblor y la lgica sospecha hacia los que llevaban dcadas hacindonos desayunar metralla en la capital, los mismos que poco tiempo antes haban intentado meter en la ciudad una furgoneta hasta arriba de dinamita. Los hroes y padres de la patria de los que ahora aspiran a gobernar el Pas Vasco vestidos de ecoprogresismo cool. Los primeros grandes feministas, cierto, que no tenan remilgos en matar o lisiar a mujeres y nias como hacan con los hombres. Igualdad con sangrientas maysculas. De Yoyes a Irene Villa.
No era ETA la del 11-M, no, por mucho que lo dijera El Pas en su portada y se empeara el PP durante demasiado rato en ello. No lo era y se supo pronto gracias a las miguitas de pan que dejaron torpemente los mismos yihadistas que fueron capaces de organizar semejante festn de muerte, con milimtrica precisin, en el corazn de una urbe europea. El empecinamiento malintencionado del PP qued aplastado por la poderosa maquinaria de movilizacin que puso en marcha el PSOE y sus terminales que, con los tanatorios a rebosar, vieron a tiro la opcin de dar la vuelta a las encuestas y ganar las elecciones de ese mismo domingo.
El tan aorado Rubalcaba, santificado con el tiempo por la deriva de quien le sucedi en el cargo, apunt a Gnova y las guerrillas complutenses (un joven Pablo Iglesias al frente) llenaron las calles de Madrid en la jornada de reflexin gracias a los sms con aquel psalo y a la magistral leccin de agitprop desde las ondas, donde no faltaron ni el empuje de los carruseles deportivos ni presuntos terroristas suicidas (el gran bulo). Todo bajo la impecable bandera de la lucha contra la mentira, porque hace 20 aos no podamos tolerar un Gobierno que ocultara la verdad a sus ciudadanos. Un Gobierno que dijera una cosa a sabiendas que era falsa para mantenerse en el poder.
Entonces s. Y no como ahora, que un presidente puede apuntalar una legislatura sobre una mentira (amnista antes no, pero despus s) y que se defienda con fiereza por su coro bajo un lema que todos saben falso (la presunta convivencia con los que prometen volver a hacer lo mismo). Todo para evitar exclusivamente un mal mayor: que los otros alcancen el poder. Mentiras y bulos, de aquellos das negros de hace 20 aos a hoy.