Juan Arturo Brennan: Marley, Jamaica, reggae
C
omienzo con una pregunta: ¿qué otro país del mundo ha puesto como apodo a su selección nacional de futbol el nombre de su más difundido género de música popular? Creo que solamente Jamaica, con sus Reggae Boyz.
Jamaica, año 1976. Tiempos de violencia, encono y turbulencia, caos prelectoral. En una nación profundamente dividida, Bob Marley entiende que la música puede ser un catalizador en pro de la paz, y decide dar un concierto con esa finalidad. Tal es el contexto del filme titulado originalmente Bob Marley: One Love (Reinaldo Marcus Green, 2024), exhibido aquí por los impresentables distribuidores como Bob Marley: La leyenda. Si bien el filme de Green es una biopic parcial de Marley, es también una descripción de su entorno, y de la influencia recíproca que él y Jamaica ejercieron el uno sobre el otro. En efecto, el proyecto de ese concierto suena idealista, pero de eso se trata precisamente la película, de presentar a un Bob Marley que sí creía en el poder político y social de la música, de su música, del reggae. En este sentido, en una de sus frases más contundentes el protagonista afirma que el reggae es más poderoso que los políticos y las bandas
. (Ojalá aquí pudiéramos decir lo mismo del son jarocho.) Así, el retrato de Bob Marley que pinta Green es no solamente el de un músico, sino también el de un activista, un pacifista, un mediador, un pacificador y, finalmente, un soñador. Prueba de ello es el hecho de que la violencia lo alcanza inexorablemente a él mismo. Por otra parte, sin embargo, ese idealismo surte efecto, al menos de manera simbólica si no efectiva, en el momento en que Marley consigue reunir a Michael Manley y Edward Seaga, acérrimos rivales políticos que protagonizaron una cruenta (en muchos sentidos) lucha por el poder en esa isla caribeña.
Uno de los aciertos de la película de Green está en que las hebras narrativas de la música y la política están trenzadas con ideas y asuntos de raza y religión sin los cuales no se entendería la historia de Marley, ni la de Jamaica. Esta explosiva combinación de elementos pudo haber sido explorada y descrita con mayor intensidad, crudeza y vehemencia, pero el director prefirió concentrar su mirada en las pinceladas biográficas del gran músico jamaiquino y, sobre todo, en su admirable obstinación para hacer realidad su proyecto del concierto Smile Jamaica. Amores y desamores, hijos y familia, cómplices y adversarios, amigos y traidores, y la infaltable referencia a la afición de Jamaica por el futbol, completan el entramado narrativo de Bob Marley: One Love, que, sin ser una película musical explosiva y efervescente sobre un gran músico popular, sí ofrece un acercamiento claro y sencillo a la vida y obra de uno de los dos jamaiquinos más famosos de la historia. (El otro es Usain Bolt). La película de Reinaldo Marcus Green tiene en su soundtrack una cantidad notable de música de Marley, pero se extraña en la pantalla una presencia más sólida y frecuente de sus presentaciones en vivo. Si bien es evidente que, como en toda biopic de la historia del cine, los guionistas y el director se han tomado algunas libertades y licencias en Bob Marley: One Love, también es cierto que en términos generales el filme tiene un sólido cimiento de credibilidad debido a la participación de varios miembros de la familia Marley en su producción. Entre ellos, su hijo Ziggy Marley, quien junto con Peter Tosh forma la dupla de músicos que pueden ser considerados, supongo, como sus auténticos herederos. En suma, el filme de Green sí permite inferir que además de un músico de alto nivel, Bob Marley fue un artista con un claro impacto social en su entorno y en su país. Creo que una de las huellas más positivas de Bob Marley: One Love es que, gracias a su exhibición, numerosos admiradores del reggae se enterarán (¡por fin!) de que el término rasta
no se refiere a un estilo de trenzas.
Termino con otra pregunta: ¿qué pensaría Bob Marley si supiera que ese gran género musical del que fue profeta, principal practicante y promotor, hoy se asocia con esa cloaca tóxica y deleznable que es el reguetón o, como algunos quisieran, reggaetón?