Fallo en el lanzamiento de las sondas lunares chinas DRO-A y DRO-B
Hacía tiempo que los lanzadores gubernamentales chinos no experimentaban un fallo. El 13 de marzo de 2024 a las 12:51 UTC la corporación estatal CALT, subsidiaria de del conglomerado CASC, lanzó un lanzador CZ-2C/YZ-1S desde la rampa número 3 del Centro Espacial de Xichang. La carga eran dos pequeños satélites experimentales destinados a garantizar servicios de navegación y comunicaciones con las misiones enviadas a la Luna desde una órbita de tipo DRO alrededor de nuestro satélite. De hecho, las dos sondas se denominaban DRO-A y DRO-B en referencia a la órbita lunar DRO (Distant Retrograde Orbit). Lamentablemente, aunque las dos etapas del CZ-2C cumplieron su función, la etapa superior YZ-1S (远征一号S) no logró encenderse para enviar los dos satélites a la Luna, dejándolos varados en una órbita baja de 263 x 277 kilómetros y 28,2º de inclinación. La agencia oficial de noticias, Xinhua, declaró la misión perdida 19 horas después del lanzamiento, aunque se están estudiando posibles formas de aprovechar los satélites en órbita baja. Para el programa lunar chino se trata de un fallo menor, pues los dos pequeños satélites no formaban parte del programa lunar oficial (CLEP).
DRO-A y DRO-B (DRO-A/B卫星) son dos pequeños satélites desarrollados por IAMC (Innovation Academy for Microsatellites of CAS), un instituto creado por la Academia de Ciencias de China (CAS) para crear microsatélites, nanosatélites y picosatélites. Los dos satélites debían comunicarse con el DRO-L situado en una órbita polar alrededor de la Tierra. El DRO-L es un satélite que fue lanzado el pasado 3 de febrero mediante la tercera misión del cohete de combustible sólido Jialong 3 (SD-3), operado por una subsidiaria de CALT. En el momento se le dio la denominación Chuangxing 17-01 (创新十七01星). Aunque no se han publicado imágenes o datos de los DRO, la red de tres satélites serviría para experimentar servicios de navegación y comunicación de cara a futuras sondas lunares. China quiere disponer de una red operativa de satélites que garanticen una comunicación constante con la Tierra y las sondas situadas en la cara oculta de la Luna y en el polo sur de nuestro satélite, pero también desea que estas misiones puedan determinar su posición en la órbita lunar o en la superficie con un grado de error menor del actual. También es deseable que estos mismos satélites sirvan para complementar los sistemas de guiado y navegación de las naves en ruta hacia la Luna, y este era precisamente el objetivo de los DRO-A/B. Por otro lado, el satélite DRO-A llevaba cinco sensores GTM (Gamma-ray Transient Monitor) para detectar explosiones de rayos gamma en el rango de energía de 20 kiloelectronvoltios a 1 MeV. Estos sensores podrán ser empleados en la órbita ecuatorial actual, pero no tendrán la cobertura de toda la bóveda celeste que iban a disfrutar desde la órbita lunar DRO.
Precisamente, en el momento de escribir estas líneas, el satélite Queqiao 2 ya está a bordo del tercer cohete CZ-8 esperando ser lanzado hacia la Luna para garantizar las comunicaciones con la Chang’e 6, que será lanzada en los próximos meses con el objetivo de traer muestras de la cara oculta de la Luna. En mayo de 2018 China ya lanzó el Queqiao para que pudiera retransmitir los datos de la sonda Chang’e 4, que se convirtió en diciembre de ese año en el primer artefacto humano en alunizar en la cara oculta. El satélite Queqiao, la sonda Chang’e 4 y el rover Yutu 2 siguen activos más de cinco años después. No obstante, el Queqiao 2 no se lanzará a una órbita de halo alrededor del punto de Lagrange L2 del sistema Tierra-Luna, sino que estará situado en una órbita elíptica inclinada, permitiendo las comunicaciones tanto con sondas en el polo sur como en la cara oculta de la Luna. Este tipo de órbita ha sido estudiada para la red Moonlight de la ESA, pero China se va a adelantar en ser el primer país en colocar una nave en una órbita elíptica lunar inclinada para comunicaciones.
Las órbitas DRO saltaron a la fama durante la pasada década como posibles destinos para la nave Orión de la NASA en las misiones de exploración propuestas antes de que la administración Trump las cambiase por el programa Artemisa. Estas órbitas son ecuatoriales y tienen un periodo de 12 a 14 días y un radio de 60 000 a 70 000 kilómetros, aproximadamente. A principios de 2022 el módulo orbital de la sonda china Chang’e 5 se convirtió en el primer satélite en alcanzar una órbita DRO, adelantándose a la misión Artemisa I, que en diciembre de ese año situó la primera nave Orión en una órbita de ese tipo. Al ser ecuatoriales, estas órbitas no son ideales para comunicarse con los polos lunares, pero sí pueden servir para la cara oculta. Un satélite en una órbita DRO pasa muy poco tiempo por detrás de la Luna visto desde la Tierra, por lo que es una buena órbita para ensayar comunicaciones o servicios de navegación con satélites terrestres, como era el caso de las DRO-A y DRO-B, que debían haber sido empleadas junto con el DRO-L para facilitar la navegación de satélites lanzados hacia la Luna.