“Detecto hipocresía ambiental en temas como la minería” – El Asombrario
Directora del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC) desde 2020, Ana María Alonso Zarza está inmersa en la celebración del 175 aniversario de esta institución científica, de las más longevas del país. Un cumpleaños que comenzará el 22 de abril (Día de la Tierra) con el estreno de un documental y un evento que reunirá a una parte importante de la comunidad científica. Alonso Zarza, que ha contado que se interesó por las piedras cuando era niña gracias a una colección de minerales de Cola-Cao, hoy es una convencida de que el trabajo del IGME es fundamental para la transición ecológica en un país donde el cambio climático es la gran amenaza. Es nuestra nueva invitada a ‘la entrevista circular’.
El IGME cumple 175 años. ¿Qué destacarías de lo que ha aportado en tan larga historia a este país?
Nació para poder disponer de información sobre los recursos geológicos que teníamos de cara al desarrollo del país. Se quería un mapa geológico que reflejara de qué minerales y de qué agua disponemos, como un servicio público. Y en eso seguimos, encarando ahora la transición ecológica. En total, somos 350 personas repartidas por todo el país para estar cerca de las administraciones que requieren nuestro trabajo.
¿Cuál ha sido tu área de investigación de las muchas que tiene la geología?
Antes de ocupar este puesto, era profesora de la Universidad Complutense, donde investigaba en calizas continentales. Estas rocas registran los cambios ambientales de nuestro planeta a lo largo de toda su historia y pueden ayudar a entender los procesos actuales del cambio global. Pero en geología no solo se trata de mirar hacia atrás, sino de que con ese conocimiento miremos hacia adelante, uno de los objetivos del IGME.
Recientemente, una subcomisión geológica internacional ha desestimado determinar un periodo geológico denominado Antropoceno, definido por el impacto humano en el planeta, ¿qué opinas de esta decisión?
Hay que diferenciar entre lo que es la definición formal y la utilización del término. La cuestión está en si la Humanidad está dejando un rastro que sea reconocible dentro de millones de años. Creo que es evidente que estamos modificando su superficie, potenciando el cambio climático, utilizando recursos naturales… Cambiamos su fisonomía, luego el periodo existe, pero es como lo que pasa con la RAE: primero se populariza una palabra y al final se incluye en el diccionario. En este caso, también deben cumplirse unas características para reconocer este tiempo geológico formalmente que ahora no se tienen, si bien pueden encontrarse en el futuro. Por eso hay que seguir investigando. La subcomisión sí reconoce que algo está pasando.
¿Cuál consideras que es la principal amenaza a la que nos enfrentamos?
El problema es que somos muchas personas habitando la Tierra y necesitando muchos recursos, pero éstos son limitados. Además, nuestras prioridades han cambiado en pocos años y están afectando al clima. Hoy la principal amenaza para los humanos somos nosotros mismos. ¿Solución? A nivel individual, tenemos que intentar ser lo más sostenibles posibles; y a nivel de los gobiernos, tenemos el reto de una transición para disponer de energías más limpias, que generen menos CO2. Es clave contaminar menos y optimizar lo que tenemos.
Hablando de sostenibilidad, ¿es posible una minería sostenible?
La minería en nuestro entorno lo es. Conviene recordar que ya no podríamos vivir sin dispositivos como los móviles, pero que no queremos saber de dónde vienen los metales necesarios. Y es de lugares donde su explotación es como la minería en España. Además, hay que añadir el coste del transporte y que si la minería está cerca se pueden hacer planes de restauración, afectar lo menos posible al entorno. El Ministerio de Transición Ecológica publicó el verano pasado una hoja de ruta para la gestión sostenible de las materias primas minerales que es un buen ejemplo. También hay una norma europea que nos indica que debemos ir hacia el autoabastecimiento de los minerales que necesitamos.
¿Crees que como sociedad avanzamos en conciencia ambiental?
Hemos avanzado mucho, pero también detecto cierta hipocresía en lo que se entiende por conciencia ambiental, como pasa con la minería. Es una conciencia que, a veces, no entra en el detalle, sin los argumentos y la información necesarios.
¿Qué dirías a los escépticos del cambio climático?
No me entra en la cabeza que existan. No tienen más que mirar los datos. Es cierto que en el pasado ha habido momentos en los que no hubo casquetes polares, pero entonces no había habitantes en el planeta que fueran capaces de utilizar tantos recursos como nosotros, ni de generar industrias. Y sí, en épocas geológicas hubo periodos con niveles de CO2 más elevados, pero los cambios eran mucho más lentos y sin el factor de las actividades humanas. De ahí viene que se hable de Antropoceno.
¿Qué prácticas ambientales pones en marcha en tu día a día?
Aparte del reciclaje, al ducharme tengo la costumbre de recoger el agua que sale hasta que llega la caliente y luego la utilizo para el inodoro. También se puede usar para regar. No podemos desperdiciar tantos litros de agua. También uso el transporte público habitualmente, pero el tema del agua es lo que peor llevo. No puedo ver un grifo abierto o un escape en una calle. En mi pueblo pusieron el agua en las casas en 1980 y hasta entonces íbamos a por agua a la fuente. Su importancia se me quedó grabada. El problema es que ahora nada nos cuesta esfuerzo.
¿Qué es para ti la economía circular?
Aprovechar al máximo todo lo que tenemos, no tirar nada e intentar reutilizarlo. En el tema de los minerales, es fundamental el reciclado de las escombreras de minas que quedaron ahí porque en otros tiempos no se podían explotar o el rendimiento era bajo. Ahora pueden ser recursos que eviten extraer más minerales. Otro asunto clave es el reciclaje de elementos como las baterías de los móviles…
Vais a celebrar los 175 años del IGME con el estreno del documental ‘Los secretos del planeta’ en el Círculo de Bellas Artes. ¿Qué mensaje intentáis que llegue a la sociedad?
Sobre todo, lo importante que es conocer la Tierra y que eso nos permite hacer una mejor gestión del agua, disponer de materias primas necesarias de forma sostenible, conocer riesgos como terremotos o volcanes y conservar el patrimonio geológico e histórico. Además, me gusta destacar que la biodiversidad de la que tanto se habla se sustenta en la geodiversidad y España es uno de los países con más geodiversidad del mundo. Somos el segundo país en geoparques reconocidos por la Unesco, con 16, después de China, y poca gente lo sabe.
¿Un lugar al que te gusta regresar?
A mi pueblo, Viñegra de Moraña, en Ávila. Apenas tiene 50 habitantes y está en una llanura total, sin árboles, pero es un paisaje ligado a mi vida, con su luz y con su gente. A nivel geológico, mi lugar favorito es La Alcarria.