Comprar alimentos producidos localmente, una estrategia para vencer al hambre que … – Excélsior
Por: Lola Castro*
Imaginemos la siguiente escena: una docena de trabajadores agrícolas —hombres y mujeres— recogen, digamos, espinacas que crecen junto a otros cultivos como frijoles, repollo, cebollas, camote y plantas de banano.
Una vez empacadas, las espinacas son llevadas en motocicleta hasta una cooperativa local, donde los trabajadores comprobarán su calidad para prepararlas y llevarlas a los mercados locales para su venta y consumo.
Desde allí, los camiones irán directamente a las escuelas cercanas donde los cocineros preparan almuerzos para los alumnos. Acabo de describirles el exitoso modelo de cultivo y compras locales que el Programa Mundial de Alimentos (WFP) implementa en las zonas rurales de América Latina y el Caribe en estrecha cooperación con las propias comunidades.
Al trasladarlos allí, quería invitarlos a que vean las compras locales a gran escala (de gobiernos u organizaciones humanitarias y de desarrollo como el Programa Mundial de Alimentos) no como un gasto, sino más bien como una inversión. Debemos examinar y estimar los empleos y los ingresos que se generan cada vez que compramos alimentos producidos localmente. Alentar a los pequeños agricultores a producir más fortalece la economía local de muchas maneras. A largo plazo, conduce a una mayor seguridad alimentaria para las comunidades locales y mejora la vida de las personas.
A lo largo de los años, el WFP ha aumentado consistentemente la proporción de alimentos que compra localmente, fortaleciendo el papel de todas las partes del sistema alimentario, del campo a la mesa: desde quienes cultivan los alimentos, los transportan, los venden, los compran y, eventualmente, hasta aquellos que los comen. De hecho, la mitad de los productos de WFP distribuidos para mejorar la seguridad alimentaria de los más vulnerables se compran hoy por hoy localmente. Alrededor de 77% (en volumen) de los alimentos que adquirimos en todo el mundo en 2023 procedieron de los mismos países a los que brindamos asistencia.
Los impactos positivos de los sistemas de compras locales en nuestra región se evidencian en un nuevo estudio publicado conjuntamente por WFP y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (WFP-Cepal). Analizamos datos recopilados durante la última década en Guatemala y Honduras, revisando específicamente las perspectivas económicas y ambientales.
Medimos el impacto económico observando aspectos como cuántas personas consiguieron empleo, cuánto dinero ganaron los productores locales y el alcance de los efectos cuando el Programa Mundial de Alimentos compró alimentos producidos localmente. Esto nos ayuda a estimar cuántas personas se benefician indirectamente de las compras y transferencias de efectivo de WFP.
He aquí hay algunas cifras. Cada millón de dólares de compras locales en Guatemala y Honduras, en promedio, benefició a casi 400 agricultores con un aumento del margen bruto anual de 1.865 dólares por agricultor (equivalente a 2.4 veces la línea de pobreza internacional del Banco Mundial). Esto creó el equivalente a 255 puestos de trabajo a tiempo completo por año, lo que confirma el papel de las adquisiciones locales como motor del empleo y el crecimiento económico, particularmente en regiones que luchan contra la pobreza y el desempleo.
El impacto ambiental se midió a través de la huella de carbono generada por los productos importados al no tener que moverlos por vía marítima hasta el país de destino. Con la compra de mil toneladas métricas de productos locales, se ahorran cada año emisiones equivalentes al uso promedio de 32 automóviles, un testimonio de la eficacia ambiental de comprar localmente.
Este estudio utilizó una metodología sólida que es replicable en todos los programas de adquisición de alimentos, no sólo para los de WFP, ni sólo para Guatemala y Honduras. Puede ser un punto de inflexión para las instituciones públicas o privadas que quieran demostrar que comprar alimentos locales no es sólo gastar dinero, sino también invertir en la comunidad.
Además, el estudio allana el camino para enfoques innovadores que integran las compras con objetivos más amplios de WFP, como entregar una canasta de alimentos diversificada y mejorar la nutrición de las personas más necesitadas, desarrollar la resiliencia de las comunidades a través de capacitaciones, incluso en agricultura, que permitan a las personas, con especial énfasis en agricultura familiar y las mujeres, para generar ingresos.
De esta manera, se puede maximizar la contribución de las compras locales a los objetivos más amplios de la Agenda 2030 para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y acercarnos más al logro del ODS 2.
El estudio WFP-Cepal es un testimonio del potencial transformador de la compra local de alimentos. Podemos aprovechar esta oportunidad para adoptar un enfoque más sostenible e inclusivo de los sistemas alimentarios, uno que nutra tanto a las personas como al planeta.
*Directora regional del Programa Mundial de Alimentos (WFP) para América Latina y el Caribe.