Murió a los 81 años Antonio Suárez, emisario del realismo fantástico
▲ Pavo real Arturo con sus tres compañeros de trabajo del circo Picolino (1985), óleo sobre tela de Antonio Suárez.Foto Tomado del libro El realismo fantástico de Antonio Suárez
Merry MacMasters
Periódico La Jornada
Miércoles 8 de mayo de 2024, p. 2
El pintor, dibujante, escenógrafo, actor y cantante Antonio Suárez, cultivador del realismo fantástico, más que lo surreal, según la crítica de arte Berta Taracena, falleció el 5 de mayo, a los 81 años.
Nacido el 3 de febrero de 1943 en Mil Cumbres, Michoacán, en un campamento maderero, sus paisajes boscosos nutrieron su alma. De adolescente estudió pintura con Jorge Quiroz; luego, en Francia, con Michelle Dessene; sin embargo, nunca asistió a alguna academia ni a las escuelas oficiales de pintura. Antes de partir a Francia en 1964 para estudiar pintura, Suárez colaboró en algunos murales del Museo Nacional de Antropología.
En su libro El realismo fantástico de Antonio Suárez (Nacional Financiera,1991), Taracena escribe que el viaje le sirvió para valorar los lugares míticos de su infancia, escenarios de ensueño en los que de niño y de adolescente comenzó a ver y a sentir la vida y a tomar conciencia de sí mismo. El campo de las regiones michoacanas, la vieja y venerable arquitectura, el trazo amable de los pueblecillos y su atmósfera transparente y pura, cobraron a sus ojos nuevos perfiles y contornos
.
De regreso a México en 1967, no sorprende que se haya radicado durante 10 años en lugares como Pátzcuaro, Erongarícuaro y Querétaro. En el mismo año de su regreso, Suárez participó en una muestra de autorretratos en el Museo del Palacio de Bellas Artes. Gozaba de especial talento para este difícil género
, asegura Taracena.
Su diálogo
con los retratados sobresale particularmente en la pintura de los niños. Suárez, a quien le fascinaba pintar niños, declaró en 1977: Tengo la oportunidad de convivir con ellos y realmente es apasionante su concepto de la naturaleza, la transformación que ellos hacen de las cosas a través de la fantasía. Es como si tuvieran una visión más pura de lo que vivimos diariamente y no tienen empacho en manifestarlo. Es por eso que siempre que dibujo a un niño, antes le pregunto qué significa para él tal o cual cosa, y según lo que me diga es el ambiente del cual lo rodeo
.
Suárez se estableció en la Ciudad de México hasta 1977, situación que aprovechó para estudiar teatro con Héctor Azar, con quien trabajó posteriormente en algunas de sus obras. A partir de entonces, desarrolló actividades paralelas a la pintura, igualmente relacionadas con la imagen, como el teatro, la escenografía, la iluminación para espectáculos, la ambientación de escenarios y las ilustraciones para libros infantiles.
Actuó bajo la dirección de Luis de Tavira en la obra Leoncio y Lena. Entre 1982 y 1983 se presentó con la bailarina Pilar Rioja en el espec-táculo Teoría y juego del duende, para quien, un lustro después, diseñaría la iluminación de la obra Arabesque.
En 1985 escribió el guion, creó la escenografía y actuó en Recordando a Kurt Weill, espectáculo de Leszek Zawadka (Varsovia, 1953), que tuvo más de 300 representaciones en teatros de la Ciudad de México y de los estados.
Radicar en la Ciudad México no cambió en lo sustancial
su modo de sentir hacia su estado de origen, ya que continuó con su homenaje a los campos azules de Michoacán
, señala Taracena. Para la autora, el sentido de aguda crítica social
domina en obras como Pavo real Arturo y sus compañeros del circo Picolino, Quítate tú para ponerme yo, Llegó la ola y ¡Zoom! Su estudio de la geometría y su búsqueda de nuevas escalas y volúmenes lo llevó a practicar la miniatura por algunos años.
En El realismo… Taracena recoge un comentario del pintor Leonel Maciel: Cuando vi por primera vez la pintura de Antonio Suárez sentí luz en los ojos y aire en los pulmones, me provocó una nostalgia de lugares que conocía y que jamás he sabido de dónde, y esto me sigue sucediendo hasta la fecha
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El fotógrafo y amigo Rogelio Cuéllar expresa: Cuando uno observa la obra de Antonio Suárez, ya sea dibujo o grafito o pintura al óleo, no se sorprende por la fineza del trazo o por la exuberancia a la que llega por medio del color. Sorprende la capacidad que su obra tiene para involucrar nuestra emoción en los universos que él crea
.
Suárez estudió guitarra con Víctor Reza y cantó con Leszek Zawadka. En 2009 empezó a cantar en diferentes foros de la Ciudad de México, sobre todo la música mexicana en todos sus géneros, en especial, la regional de Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Yucatán.