Emilio Payán: El desdoblamiento de Triana
L
a pintura de Triana Parera (Ciudad de México, 1988) representa la multiplicidad de realidades de una persona en el mismo espacio, son transparencias que se anteponen hasta que forman un solo rostro, un solo cuerpo, autoconocimiento fragmentado, momento que proyecta la vida del ser, el punto de inflexión, donde algo sucede en el alma y cambia la percepción de la realidad, son instantes en la vida a los que quizá no les ponemos la atención necesaria. Su obra, como ella, es un desdoblamiento transparente.
No hay manera de separar el arte de la vida de un artista, a través de su obra, Parera narra su propia historia, pinta las capas de su alma, reflexiva y cuidadosa, se ha reconcebido desde adentro, un proceso valioso que construye identidad y propósito, la vida misma; un espacio solitario dentro de su cuerpo y mente donde aprendió a estar más de ocho horas diarias frente a un lienzo que muchas veces la lleva al aislamiento. Todos tenemos una voz que necesita ser escuchada, no es cuestión de género.
Todavía recuerda el olor a pescado empanizado con papas que comía de niña en Costa Cantábrica, el restaurante que fundó su abuelo materno en los años 80, donde empezó a dibujar en las libretas de comandas.
Su abuelo paterno llegó a México con el exilio español, venía de una familia de editores de libros que seguramente le legaron el olor a tinta y papel. En casa de sus abuelos había una versión rara del Guernica a color que siempre llamó su atención. Su primer acercamiento a otros materiales y técnicas fue a través de una tía paterna que dibujaba y pintaba a la acuarela.
Volando dentro de ella misma y luego de atravesar una difícil adolescencia, al acabar la preparatoria Triana Parera se dio la oportunidad de volver a vivir. Aunque nadie la canalizó para estudiar arte, es egresada de la Escuela Nacional de Pintura y Grabado La Esmeralda; además, tiene estudios en sicología, arquitectura, cine y dibujo en la academia de San Carlos. Dejó la carrera de arquitectura y sin mencionarlo a sus padres ingresó a la academia para descubrir un universo, el mundo y las posibilidades de la gráfica, y, más que aprender a pintar y dibujar, le enseñaron a pensar diferente, a percibir desde otro lugar la realidad y lograr una postura personal.
En su proceso como pintora se dio cuenta de que la pintura acrílica no era suficiente para lograr lo que pretendía con su obra y encontró el color rojo laca carmesí permanente
y un rosa poderoso
de la marca Winsor & Newton que le abrieron nuevas posibilidades y diferentes resultados. Al publicar su obra en las redes sociales utilizó la etiqueta #Winsor&Newton, mientras la marca de óleo puso en su página electrónica un cuadro de Triana Parera, lo que provocó un mayor numero de seguidores para la artista, que hoy cuenta con más de 10 mil.
Ha realizado tres exposiciones individuales: Los Monstruos del Alba (CDMX, 2019), Tres Segundos (Museo de la Ciudad de México, 2022 y que también estuvo en Monterrey y Guanajuato) y Todo lo que brilla es Oro (Centro Cultural Bella Época Rosario Castellanos, CDMX, 2023, y Centro Cultural Gabriel García Márquez del Fondo de Cultura Económica en Colombia).
Ha participado en más de 20 muestras colectivas nacionales e internacionales y ha colaborado con diferentes marcas, como The North Face, Adidas Originals, Fender, Ford, Google y cerveza Pacífico. Trabajó en diferentes áreas del diseño de arte e ilustración, pintó el cerdo Algie para el concierto de Roger Waters, intervino guitarras eléctricas y ha realizado trabajos de gran formato y arte público.
Hoy, en su estudio de la colonia Roma, Triana Parera Argüelles pinta su propio tamaño para reconocerse, con su piel y transparencias se disuelve en su obra, se reconcibe como parte del arte moderno nacional y se convierte en un vínculo entre el cielo y la tierra.