Para la batería, con amor, de la minería | Columna de – El Heraldo
En 2023 se vendieron 14 millones de carros eléctricos en el mundo, 18% del total. 1,2 millones de esos fueron Tesla modelo Y, convirtiéndose este en el primer modelo de carro eléctrico que logra las mayores ventas globales en un año. La batería de un “modelo Y” pesa 770 kilos, si tomamos este peso como representativo de la industria en 2023, estamos hablando de 11 millones de toneladas de baterías. La fórmula exacta de una batería es un secreto muy bien guardado por cada marca. Pero la tecnología dominante es la de iones de litio, la que usa Tesla.
Todas las baterías tienen un ánodo, el del perno rojo en la de tu carro, en este caso el que tiene los iones de litio cuando la batería está cargada. El ánodo está hecho principalmente de grafito, que participa con el 28% del peso de la batería. Todas tienen también un cátodo, el lado negativo de la batería hacia el cual fluyen los iones positivos. La naturaleza atrae a los opuestos. El cátodo requiere varios minerales; según su peso: aluminio, 19%, incluyendo su función como conductor de corriente, níquel, 16%, manganeso, 5,4%, cobalto, 4,3% y hierro, 2,7%. Además, son importantes el cobre, como colector de corriente y el acero, que forma la estructura y actúa como protección de impactos; ambos con 11%. Finalmente el litio, con sólo el 3,2%, pero son sus iones los que al moverse del ánodo al cátodo generan la corriente.
Cada uno de esos nueve elementos tiene variados grados de complejidad técnica y de impacto ambiental y social en las distintas etapas de su cadena de valor y de su ciclo de vida. Puede ser por una extracción minera de alta huella de carbono, o un proceso de depuración o manufactura de alto potencial tóxico, por su medio de transporte, o requerimientos de embalaje industrial. Aunque cinco de ellos tienen facilidades de reciclaje los otros no y habrá riesgos y costos para su disposición final. De hecho, el elemento de más difícil reciclaje de los carros de motor a combustión es su batería de no más de 30 kilos. Algunos de esos minerales se encuentran concentrados en países señalados por incumplimiento de normas de derechos humanos o trabajo infantil, o simplemente por su capacidad de disrupción de las cadenas de suministro y su proclividad a usar geopolíticamente una posición dominante. “No hay almuerzo gratis” es una expresión anglosajona que advierte sobre los costos ocultos de cualquier decisión, aunque en muchos casos no sean para quien recibe el beneficio del producto.
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