Quintana Roo y Yucatán aguardan con preocupación el impacto de 'Beryl' tras la furia …
Gilberto Carlos se preparaba la tarde del miércoles para la inminente llegada de las tormentas que preceden al impacto del huracán Beryl en Quintana Roo, el enclave turístico localizado al sureste de México. Gilberto, de 36 años, seguía de cerca las noticias en Cancún, el ciudad turística por excelencia de esta región paradisíaca, y llenaba su coche de gasolina como previsión a una posible escasez de combustibles. Dijo que ha seguido las recomendaciones de amigos y se ha provisto de enlatados y agua, principalmente tras la decisión de la gobernadora estatal, Mara Lezama, de decretar la alerta amarilla, lo que significa “peligro moderado” en este Estado donde se prevé que impacte el huracán tras los destrozos causados en Jamaica. “Por ahora todo está normal, pero no sabemos qué puede pasar a partir del jueves”, dijo Gilberto. La gobernadora Lezama ha pedido a la población que identifique refugios temporales, almacene alimentos y agua y esté atenta a la información oficial. ”Es momento de tener lista y a la mano la mochila de emergencia”, ha advertido la jefa de Gobierno.
El miércoles las zonas hoteleras de Cancún mantenían su actividad normal. Gilberto Carlos aprovechó que había poca afluencia en el gimnasio donde trabaja como entrenador para dar un paseo por la playa, donde los turistas disfrutaban con cócteles y cervezas frías a pesar de los banderines rojos que alertaban de un mar un poco picado y un cielo que en el horizonte mostraba un gris tan oscuro como para preocuparse. El hombre dijo que desde el miércoles hay poca afluencia a su gimnasio, lo que relaciona a la inminente llegada de Beryl. “Creo que la gente se prepara por la tormenta”, dijo. En algunos de los hoteles a punta de playa sus trabajadores recogían sombrillas y hamacas, pero la sensación era de tranquilidad. En Playa Marlín, un rincón de un azul tan turquesa que quita el aliento, los turistas estadounidenses se sumergían en la espuma del mar sin mucha preocupación por la alerta amarilla. Las autoridades locales estiman de hecho que la capacidad hotelera se mantiene en un 70%, en plena temporada alta por las vacaciones de verano.
Hasta el miércoles el aeropuerto internacional de Cancún funcionaba con normalidad. Varios de los viajeros entrevistados dijeron que no hubo cancelaciones en sus vuelos, aunque algunos sí han sufrido retrasos, pero los adjudicaron a problemas de las aerolíneas más que al pronóstico del tiempo. José, un trabajador de una empresa de transportes del aeropuerto, dijo que los turistas siguen llegando a pesar de la amenaza de Beryl. “Aún no nos informan de cambios en los vuelos, ni de medidas de emergencia. Aquí todo está normal”, dijo el hombre. “Ya hemos pasado por esto varias veces, con muchos huracanes y para nosotros es normal. Todo va a estar bien, aunque esperamos muchas lluvias”, agregó. José dijo que se acordaba del impacto del huracán Wilma, que en 2005 causó estragos en la Península de Yucatán. “A mí me tocó y fue muy feo. Aquí en el aeropuerto cayeron árboles y tuvieron que cerrarlo. Pasamos muchos días sin trabajar”, afirmó este hombre que lleva muchos años laborando en la zona aeroportuaria.
María, una de las viajeras que aterrizó el miércoles en el aeropuerto de Cancún, no escondía sus nervios. Recordó que en 2005 viajó a esta ciudad dos días antes del impacto de Wilma y aún tiene fresca en la memoria esa catástrofe. En aquella ocasión también llegaba a la ciudad a visitar a la familia por las vacaciones de verano, como ahora. “Fue devastador, arrasó Cancún, toda la zona hotelera. Fue muy feo, porque no había víveres y la gente saqueó las tiendas. Se llevaron todo, pantallas, estufas, refrigeradores. Las tiendas pequeñas también sufrieron. Hubo desabasto de alimentos. Supimos que la SEDENA [Secretaría de Defensa] mandó despensas, pero nunca llegaron. Teníamos dinero para comprar, pero no había nada. Ni agua, ni tortillas, ni huevos. Sobrevivimos con lo poco que teníamos en casa”, relató. Ella se mostraba preocupada porque se repita la misma historia. “Acabo de aterrizar y veo el clima muy caliente y eso me da miedo. Toda la gente está vuelta loca, pero esperemos que este huracán no sea tan fuerte. No sabemos con qué intensidad, pero esperemos que sea menor”, afirmó la mujer. María dijo que los vecinos de sus familiares se han abastecido de alimentos y han comprado maderas para cubrir las ventanas y puertas de sus casas. “Esperamos que pase lo más rápido posible”, dijo antes de abordar su taxi hacia el centro de la ciudad.
La Coordinación Estatal de Protección Civil de Quintana Roo informó de que el centro del huracán, de categoría 4 en la escala Saffir-Simpson, se localizaba al final de la tarde del miércoles a 1,050 kilómetros al sureste de Cancún, con vientos máximos sostenidos de 220 kilómetros por hora y rachas de 270 kilómetros por hora. El ciclón se desplazaba a 31 kilómetros por hora. “Por el momento el sistema no afecta a costas nacionales, sin embargo, se mantiene zona de prevención por efectos de huracán desde Puerto Costa Maya hasta Cancún. Se prevé que a partir del día jueves, las bandas nubosas de Beryl ocasionen lluvias intensas a puntuales torrenciales, rachas fuertes de viento y oleaje elevado en la Península de Yucatán”, ha informado ese organismo.
El temor a la tormenta se vive a lo largo de esta península. Óscar, un biólogo que trabaja en un hospital de Cancún, pero que vive en Puerto Morelos, a unos 30 kilómetros al sur de esta ciudad turística, dijo que sus vecinos han hecho “compras de pánico” ante la llegada del huracán. “Hacía rato que no pasaba esto. La gente está muy nerviosa. Creo que todavía no supera el golpe de la pandemia y por eso opta por prever lo que pueda pasar”, dijo. Para Óscar está fresca la catástrofe de Acapulco, golpeada por Otis, el huracán de categoría 5 que tocó tierra el 25 de octubre de 2023 y dejó una estela de destrucción y muerte. “Nos han dicho que no hay por qué temer, pero da miedo pensar que puede pasar algo como lo de Acapulco”, dijo el biólogo.
Mientras las autoridades de Quintana Roo organizaban albergues y tomaban medidas preventivas, en la vecina Yucatán el Gobierno estatal mantenía la vigilancia ante la evolución del huracán. María Fritz Sierra, titular de la Secretaría General de Gobierno, dijo que todas las instancias estatales están atentas frente al posible impacto del temporal. Las autoridades locales tienen los ojos puestos en la noche del jueves, cuando estiman que el huracán toque tierra en territorio mexicano. El Gobierno ha instalado en Mérida, la capital, un Comité de Emergencia para el reconocimiento de lo que considera los municipios localizados en zona de riesgo. Mauricio Vila, gobernador del Estado, ha pedido a la población “revisae el estado de puertas, ventanas y techos. Tener a mano un radio, lámpara, baterías de reserva y botiquín de primeros auxilios. Almacenar una provisión de alimentos básicos no perecederos y agua para al menos cuatro días”.
El huracán Beryl golpeó con furia a Jamaica en su tránsito furioso por el Caribe. Para esa isla caribeña fue el ciclón más fuerte registrado en una década. Hasta ahora la tormenta ha dejado al menos siete muertos en la región, vulnerable a este tipo de fenómenos, que se hacen cada vez más violentos debido a las consecuencias del cambio climático. Aunque los habitantes de Quintana Roo esperaban el miércoles que la tormenta disminuyera su intensidad, los meteorólogos no pueden predecir con exactitud como se desarrollará el ciclón una vez toque tierra en la Península de Yucatán. Los hoteles, por el momento, han tomado sus previsiones. En Xcaret, un enclave de lujo en la Riviera Maya, la gerencia distribuyó un comunicado en todas las habitaciones “invitando” a sus huéspedes a programar salidas anticipadas. El hotel esperaba el miércoles que el impacto de la tormenta ocurriera a apenas 70 kilómetros de sus instalaciones, con ”lluvias torrenciales y vientos de gran velocidad”. La mañana del miércoles decenas de huéspedes esperan con las maletas hechas a ser trasladados al aeropuerto de Cancún para salvarse de la furia de Beryl.
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