Viaje a Encélado: el pequeño «mundo helado» que tiene todos los ingredientes para albergar vida extraterrestre
Según los últimos datos de la NASA, los ochos planetas que componen nuestro sistema solar tienen, junto con Plutón, 293 lunas en total. Pero están repartidas de manera muy desigual. El que más tiene es Saturno: 146. Pero hay una de ellas que ha llamado especialmente la atención de la NASA y de la Agencia Espacial Europea (ESA). Se trata de Encélado, el sexto satélite más grande del planeta anillado. Aunque es complicado, quédense con el nombre. Allí podrían estar viviendo nuestros primeros ‘vecinos’ galácticos.
«Encélado es un pequeño mundo helado», resume el astrofísico y divulgador científico Álex Riveiro. «En 2005, con la sonda Cassini, se observaron géiseres procedentes de su superficie en el polo sur. Y esos géiseres indicaban que debía tener un océano (de agua líquida, porque podría ser de otros elementos). Con los años, se ha profundizado en el estudio de Encélado, y ahora mismo hay muchos motivos para creer que podría tener las condiciones necesarias para albergar vida», añade.
Ya lo advirtió Carole Mundell, directora de ciencias de la ESA, en una entrevista con este periódico: Encélado es el lugar más prometedor del sistema solar para buscar vida. Pero la única manera de comprobarlo es viajar hasta allí e investigarlo in situ. La NASA y la ESA están preparando ya misiones espaciales con este objetivo, aunque, eso sí, los proyectos son a largo plazo. En el mejor de los casos, se habla de que la sondas podrían llegar al satélite en la década del 2050 para empezar a investigarlo.
Modelo 3D de Encélado realizado por la NASA
Aunque se lleva años hablando del enorme interés científico de explorar esta luna, el impulso definitivo llegó en 2023, cuando un estudio detectó que Encélado tenía el último ingrediente que le faltaba. «Encontramos fosfatos en granos de hielo que se formaron en el océano subsuperficial de Encélado y fueron emitidos al espacio. El fósforo, elemento que compone los fosfatos, se considera generalmente el requisito más estricto para establecer si un cuerpo celeste puede o no albergar vida«, asegura Fabian Klenner, investigador de la Universidad de Washington (EEUU).
Ahora sí, ya lo teníamos todo. «Para determinar si un lugar de nuestro Sistema Solar es habitable hay que ver si reúne las condiciones necesarias para albergar vida. Los tres requisitos principales son agua líquida, una fuente de energía y los elementos químicos de la vida (carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, fósforo y azufre). Encélado los reúne todos», relata Zita Martins, que preside el comité científico de la futura misión que la ESA enviará a este satélite. «En segundo lugar, la unidad básica de la vida en la Tierra es la célula, por lo que es necesario poder detectar los componentes básicos de la célula (las moléculas orgánicas) para detectar la vida. Para ello se necesitan equipos a bordo de una misión espacial», remata la experta.
De fondo, eso sí, surge una duda. Estamos explorando si hay vida en otros lugares del universo buscando los mismos ingredientes que la hicieron posible aquí, en la Tierra. Está por ver si ese es el enfoque correcto, pero por el momento es la opción más sensata. Klenner lo ilustra: «Por supuesto, es totalmente posible que en algún lugar del universo existan formas de vida compuestas por una química y una biología totalmente diferentes. Pero en el caso de Encélado, sabemos que hay agua líquida, química basada en el carbono y energía: son los mismos ingredientes para la vida tal y como la conocemos en la Tierra. Por tanto, creo que es un enfoque bueno y valioso buscar vida tal y como la conocemos en una luna con océanos».
Un vistazo de cerca a Encélado
Riveiro detalla que Encélado tiene la superficie más blanca y reflectiva del Sistema Solar, por lo que refleja gran parte de la luz solar que recibe. Cuenta que en realidad se trata de un satélite pequeño, de apenas 500 kilómetros de diámetro, y que en su superficie no hay grandes cráteres, lo que demuestra que se renueva constantemente en la escala de tiempo astronómica. Pero de acuerdo con el experto lo más interesante sin duda son las «franjas de tigre» que se pueden observar en su hemisferio sur, una especie de cañones únicos en el sistema solar.
«Son depresiones lineales (casi paralelas) que están relacionadas con el criovolcanismo. El nombre puede parecer enrevesado pero, en realidad, no es muy diferente al volcanismo que conocemos de la Tierra. La diferencia es que esos volcanes, en vez de expulsar lava, expulsan elementos volátiles como amoniaco, hidrocarburos o agua«, ilustra Riveiro.
Encélado orbita en torno a Saturno a una distancia de unos 240.000 kilómetros, y tarda casi 33 horas en completar una órbita. Y como curiosidad, esta luna responsable del anillo E de Saturno, producido por el material que expulsa desde sus géiseres, tal y cómo lo confirmó la sonda Cassini en 2005. El anillo E, narra Riveiro, es el más ancho y el segundo más lejano del planeta.
Y luego está su océano. El astrofísico explica que podría tener una profundidad de unos 10 kilómetros, y estaría a decenas de kilómetros bajo su superficie. Los géiseres, precisamente, son producto de la interacción gravitacional de Encélado con Saturno. Un mecanismo que también provoca que este satélite pueda tener agua líquida en su interior, a pesar de estar tremendamente lejos del Sol. Y es que esa interacción hace que el interior de Encélado se deforme y se libere energía, que calienta lo suficiente como para provocar que pueda llegar a alcanzar la temperatura necesaria para tener agua en estado líquido.
Los retos de un viaje a Encélado
Como estamos decidimos a ir para allá, mejor ir pensando ya en cómo podemos hacerlo. Porque si las misiones espaciales son siempre tan complejas y requieren de tantos años de preparación, una tan ambiciosa como esta es otro nivel. Frederic Safa, director del Departamento de Misiones Futuras de la ESA, conoce de memoria todos los desafíos que tenemos por delante.
«Existen varios retos técnicos y programáticos. En Encélado el flujo solar es 100 veces menor que en la Tierra, por lo que se necesita un conjunto solar muy grande para obtener energía suficiente para el funcionamiento de la nave espacial. Y un flujo solar bajo significa un entorno frío: la temperatura de la superficie de Encélado es de unos -200 grados. Algunos instrumentos del módulo de aterrizaje tendrán que funcionar en frío, por ejemplo para tomar una muestra de la superficie helada y analizarla in situ«, resume Safa.
«Además, el retraso en las comunicaciones es de aproximadamente 1,5 horas, así que la nave deberá ser muy autónoma, incluso para maniobras críticas como la inserción en Saturno y el aterrizaje en Encélado. La capacidad de masa de los lanzadores europeos no es suficiente para lanzar la nave espacial, así que planeamos lanzar la nave en dos partes para luego ensamblarlas en órbita cerca de la Tierra antes de viajar hacia Saturno. Los instrumentos del orbitador y del módulo de aterrizaje deberán miniaturizarse en la medida de lo posible, para reducir su masa y su consumo de energía y maximizar el rendimiento científico. Y en cuanto a los detalles del terreno de Encélado, sólo se conocerán cuando lleguemos allí. Pero el aterrizaje en el polo sur será una operación de alto riesgo», remata el experto.
Eso sí, de encontrar extraterrestres como los de las películas en esta luna saturnina, casi mejor olvidarse. «Si hubiese vida en Encélado, la expectativa es que será vida microbiana. Es la forma de vida más sencilla que podemos plantear y la que apareció más rápidamente en la Tierra. No se ha escrito mucho sobre si esa vida podría evolucionar, pero sí se ha mencionado que, en general, no se espera que Encélado sea capaz de ofrecer condiciones óptimas para que la vida pudiese avanzar hasta convertirse en vida compleja», comenta Riveiro.
Otros lugares donde buscar vida
Los científicos de la ESA estuvieron dos años estudiando cuál debía ser su prioridad para enfocarse en las siguientes misiones. Llegaron a la conclusión de que Encélado era la luna más interesante por explorar, aunque había más. Titán, otro satélite de Saturno, y Europa, una de las 95 lunas de Júpiter, completaban el podio, por ese orden.
«Las tres lunas tienen un interés científico muy elevado. A la comunidad científica le encantaría lanzar tres misiones, pero tienen que tomar decisiones difíciles y establecer prioridades dadas nuestras limitaciones presupuestarias. Titán ha sido explorada por Cassini-Huyghens, y lo será aún más por la sonda Dragon Fly de la NASA en la década de 2030. Y el entorno de radiación en Europa es muy duro, con graves repercusiones en el coste y la vida útil. Mientras, el entorno de radiación de Encélado es manejable, y nadie ha aterrizado aún en esta extraordinaria luna», aclara Safa.
No obstante, el experto explica que la futura nave que se lanzará rumbo a Encélado también realizará decenas de sobrevuelos alrededor de varias lunas de Saturno, incluida Titán. Y desliza que no descartan la posibilidad de lanzar una pequeña sonda hacia Titán. Eso dentro de nuestro sistema solar. Porque fuera, como no, tenemos muchos lugares prometedores por explorar.
«Las reglas de habitabilidad, y de búsqueda de vida tal y como la conocemos, son las mismas que en nuestro sistema solar. Pero actualmente no es posible ir a otros sistemas para hacer un análisis in situ. Sin embargo, sí es posible analizar la atmósfera de los exoplanetas, es decir, los planetas que orbitan alrededor de una estrella distinta de nuestro Sol. De hecho, Ariel, otra futura misión de la ESA que se lanzará en 2029, observará más de 1.000 exoplanetas y realizará el primer estudio a gran escala de la química de su atmósfera», concluye Martins.