Los pozos mineros asturianos buscan una segunda vida usando el agua de las minas para generar energía limpia
Con miles de kilómetros de galerías subterráneas y la práctica totalidad de la actividad minera extinguida, los pozos asturianos buscan ahora su sitio en el nuevo entramado económico de hoy en día. Hay actividades que ya se han puesto en marcha, como convertir los pozos en espacios turísticos o la geotermia, y otras que están en fase de estudio, que son las que tendrían como base el uso del agua de las minas y por cuya puesta en marcha pelea el SOMA-FITAG-UGT, sindicato minero asturiano.
Asturias pide de esta forma una segunda vida para los pozos mineros que permanecen vivos, es decir, no clausurados, y que en estos momentos constituyen el mayor almacén de agua de toda la región.
Y es que la actividad minera altera la permeabilidad de los terrenos en los que se desarrolla. Amplía los huecos existentes, a través de fracturas, y genera otros nuevos, como galerías de acceso, de transporte o chimeneas de ventilación. Durante el tiempo de vida de un pozo es necesario el drenaje del agua a través de sistemas de bombeo, pero ¿ qué ocurre cuando finaliza la actividad en los pozos?
Una vez finalizada la explotación, al detener el bombeo, se produce una inundación de los huecos creados. Lo que debe hacerse en estos casos es mantener la actividad de bombeo, como medida preventiva, hasta una cota de seguridad, ya que puede haber edificaciones cercanas a estas zonas que quedarían expuestas a la inundación.
El agua almacenada en los pozos mineros del área central de Asturias suma alrededor de setenta millones de metros cúbicos, que equivaldría, por ejemplo, a dos embalses de Tanes, un pantano ubicado en el concejo asturiano de Sobrescobio, en pleno Parque de Redes, y que surte de agua a casi todo el centro urbano de la región, en torno a 800.000 habitantes.
El bombeo de toda esta cantidad de agua le supone a Hunosa, empresa pública propietaria de los pozos de las cuencas mineras del Caudal y Nalón, y la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) unos costes externos que ascienden al millón y medio de euros.
El aprovechamiento del agua como ventaja competitiva es una de las propuestas que están sobre la mesa en la negociación del plan de empresa entre el Grupo Hunosa y los sindicatos. Esta propuesta, defendida desde Sindicato de los Obreras Mineros de Asturias (SOMA-FITAG-UGT), ya supone un importante potencial para la geotermia y ahora debe ser objeto de estudio también para, por ejemplo, producir hidrógeno, generar energía verde y limpia o refrigerar centros de datos (Big Data).
El agua del subsuelo no se encuentra a una temperatura útil que permita su utilización para climatizar directamente de edificios, pero sí puede ser utilizada como una bomba de calor geotérmica, transformándola hasta hacerla óptima para la climatización.
Y eso, a día de hoy, ya es una oportunidad contrastada en Asturias donde desde hace años se ha instalado la geotermia en diferentes edificios públicos, en lo que se ha denominado ‘district heating’, sistemas centralizados de calefacción en los que, mediante un conjunto de tuberías, se pueden conectar múltiples fuentes energéticas a los puntos de consumo.
Son ‘district heating’, por ejemplo, los pozos Barredo (Mieres) y Sotón (San Martín del Rey Aurelio), o el Hospital Álvarez Buylla, en Mieres. Próximamente se implantará este sistema también en el Pozo Carrio (Laviana).
Sin embargo, son muchas más las posibilidades de incorporar el agua de mina a la economía circular, y es que para producir hidrógeno también hace falta agua, y la calidad de la de mina ya ha recibido el visto bueno de Emilio Nieto, director del Centro Nacional de Hidrógeno y Pilas de Combustible, durante una conferencia impartida en la Cámara de Comercio de Oviedo.
Instalación y alimentación de Centros Big Data
Si se combina el auge del sector de los centros de datos, con el hecho de que el agua de las minas tiene que bombearse sí o sí, el resultado es una ventaja competitiva de los pozos mineros, frente a otro tipo de instalaciones, para la ubicación de grandes centros de datos, los conocidos Big Data, como los que las grandes multinacionales prevén montar en diferentes comunidades autónomas españolas.
Un centro de datos puede llegar a consumir hasta 660 millones de litros de agua al año, por lo que no sería sensato instalarlos en comunidades con problemas de sequía o abastecimiento. Por ello, desde el SOMA apuestan por la instalación de Big Data en pozos mineros como el Santiago, en Aller.
Este mismo sindicato también ha puesto sobre la mesa un Centro Nacional de Entrenamiento en Rescates ligado a la Brigada de Salvamento Minero. El plan del sindicato pasaría por el aprovechamiento de las instalaciones, tanto exteriores como interiores, con el objeto de contar con un equipamiento para simular escenarios reales de accidentes industriales, ferroviarios, derrumbes de edificios, rescates en altura, aeronaves, vehículos… Todo ello complementado con aulas, laboratorios, residencia y talleres.
Por su parte, el gobierno asturiano, que en ningún caso es ajeno a todo este despliegue de alternativas para dotar a los pozos de una segunda vida, ya trabaja para crear en el antiguo Pozo San Jorge (Aller) un centro de procesamiento y almacenamiento de datos, en el marco del convenio firmado entre Hunosa y la Universidad de Oviedo.
El objetivo es contar con una instalación singular que ofrezca soluciones tecnológicas, garantice la ciberseguridad y posibilite trabajar con inteligencia artificial, ‘big data’ o el internet de las cosas. Para este proyecto, la Agencia de Ciencia Sekuens, dependiente de la Consejería de Ciencia e Innovación del Principado de Asturias, cuenta con un presupuesto de tres millones de euros vinculado al Fondo de Transición Justa.
La iniciativa plantea actuar sobre la sala de máquina de extracción, la sala de embarque y el castillete, todas ellas instalaciones en superficie del complejo minero de Hunosa. La actuación deberá respetar en todo momento la protección de los inmuebles como patrimonio industrial.
La sala de máquina de extracción se ubica en un edificio de 196 metros cuadrados de superficie útil, con una altura máxima de 14 metros. Allí se propone levantar dos plantas para acoger hasta 70 armarios de servidores de datos, unidades de almacenamiento y alimentación. Este espacio podría contener más de 1.600 procesadores y superar las 105.000 unidades de procesamiento independientes (núcleos).
Cultivos bajo tierra
A medio y largo plazo, el gobierno asturiano pondrá el foco en los cultivos del futuro, adaptados al cambio climático, y en seguir la estrategia europea “de la granja a la mesa”, es decir, crear una cadena alimentaria que funcione para los consumidores, los productores, el clima y el medio ambiente.
Una de las líneas de esa agricultura del futuro cuenta con un hilo conductor común: los cultivos bajo tierra en antiguas explotaciones mineras. El primer paso ya está en marcha con un proyecto piloto que se instalará en las próximas semanas en el Pozo Carrio, en la cuenca minera del Nalón, en el marco de una iniciativa más amplia y ambiciosa denominada AgroCarrio.
A través de esta iniciativa se instalará, en una vieja galería, un sistema de cultivo hidropónico sin luz natural, con iluminación led, con el objetivo de estudiar qué tipo de vegetales son óptimos para crecer en determinadas condiciones.
A largo plazo, la vista está puesta en un proyecto disruptivo ligado a posicionar a Asturias en programas de investigación aeroespacial, a través de la recreación de las condiciones de habitabilidad de la Luna también en antiguas explotaciones mineras. En esta línea de investigación, el consejero de Ciencia apunta al programa Artemis, cuyo objetivo final es establecer una presencia humana sostenible en la Luna, y que requerirá “nuevos desarrollos tecnológicos que permitan, por ejemplo, cultivar determinadas fuentes de alimentos en condiciones hostiles”, explica el consejero de Ciencia. Para ello Principado ha incluido la agroalimentación en la apuesta regional por reconvertir antiguas instalaciones mineras en desuso hacia la I+D.
Pero las posibilidades que las galerías subterráneas que antaño albergaron la principal actividad económica de las cuencas mineras asturianas no se queda ahí. La generación de energía verde y limpia es otro de los vectores de crecimiento para estos gigantes que, bajo tierra, buscan nuevas formas de continuar siendo útiles.
Así, una de las actividades con las que se puede generar energía limpia, a través del aprovechamiento de la salida de aguas de las explotaciones. Se trata del bombeo inverso, con el que se consigue generar energía a través del agua almacenada en las plantas superiores de los pozos.
En dirección opuesta a la habitual, el agua se almacenaría en la parte superior y se dejaría caer durante los períodos en los que se necesitase energía. Esta caída de agua sería la que movería las turbinas generando la energía necesaria. Tal y como propone el sindicato minero, y parece ser del agrado de Hunosa, la propuesta del bobeo inverso podrá llegar a ser una realidad en el Pozo San Nicolás (Mieres).
Todas estas propuestas, alguna sobre la mesa y otras ya en ejecución o previsión, en mayor o menor medida, pueden constituir el futuro a medio y largo plazo para las explotaciones mineras verticales que fueron progresivamente abandonando su actividad, tras la firma del cierre de la minería hace ya catorce años.