¿Por qué la tecnología digital es una amenaza para el medio ambiente? – El Nuevo Siglo
Según Microsoft, sólo la formación para ChatGPT-3 requirió un consumo estimado de 700.000 litros de agua limpia y fresca, detalló.
Así, uno de los principales problemas del fulgurante desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) es su voraz consumo de energía. La razón: los modelos de lenguaje en los que se basa necesita una capacidad de cálculo enorme para entrenarse utilizando miles de millones de datos, lo que requiere servidores potentes.
Luego, cada vez que un usuario envía una consulta a ChatGPT o cualquier otra IA generativa hace que funcionen servidores situados en un centro de datos. Estos servidores consumen electricidad, se calientan y es necesario refrigerarlos con sistemas que a su vez requieren energía.
Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), los centros de datos emplean generalmente alrededor del 40 % de su electricidad para alimentar los servidores y el 40 % para enfriarlos.
Huella digital y energética
El informe señala que el comercio electrónico se ha disparado y que los compradores en línea han pasado de menos de 100 millones en 2000 a 2.300 millones en 2021. Este aumento ha provocado un incremento del 30% de los residuos digitales entre 2010 y 2022, hasta alcanzar los 10,5 millones de toneladas en todo el mundo.
«La gestión de los residuos digitales sigue siendo inadecuada. Esto es muy preocupante dada la contaminación que generan y su impacto en el medio ambiente», dijo Grynspan.
El informe también precisa que los países desarrollados generan 3,25 kg de residuos digitales por persona, frente a menos de 1 kg en los países en desarrollo y apenas 0,21 kg en los países menos adelantados, lo que constituye un indicador más de la desigual distribución de los beneficios que conlleva la digitalización.
El Banco Mundial estima que la demanda de minerales necesarios para la digitalización, como el grafito, el litio y el cobalto, podría aumentar un 500% hasta 2050.
Los países en desarrollo son fundamentales en la cadena mundial de suministro de minerales y metales de transición, que están muy concentrados en unas pocas regiones.
Por ejemplo, los vastos yacimientos minerales de África, esenciales para el cambio mundial hacia tecnologías digitales y con bajas emisiones de carbono, incluyen cobalto, cobre y litio, cruciales para un futuro energético sostenible.
El continente posee importantes reservas: el 55% del cobalto mundial, el 47,65% del manganeso, el 21,6% del grafito natural, el 5,9% del cobre, el 5,6% del níquel y el 1% del litio.
«El aumento de la demanda de minerales críticos representa una oportunidad para que los países en desarrollo ricos en recursos añadan más valor a los minerales extraídos, diversifiquen su economía y mejoren su desarrollo”, anota el documento.
Pero la tecnología tiene que transferirse y tiene que ser más eficiente para ser compatible con el medio ambiente y los objetivos del cambio climático, acotó Grynspan.
Según el informe, en medio de las actuales crisis mundiales, el limitado espacio fiscal, el lento crecimiento y la elevada deuda, los países en desarrollo deberían aprovechar al máximo esta oportunidad mediante el procesamiento y la fabricación nacionales.
Eso les ayudaría a asegurarse una mayor cuota de la economía digital mundial, generar ingresos públicos, financiar el desarrollo, superar la dependencia de las materias primas, crear empleo y elevar el nivel de vida.
El informe asevera que el aumento de la demanda mundial de materias primas energéticas limpias ya está impulsando la inversión extranjera directa en América Latina, y especifica que representa el 23% del valor de los proyectos totalmente nuevos de la región en los últimos dos años.
Frente a este panorama, los expertos en comercio y desarrollo de Naciones Unidas sugieren sugiere nuevos modelos de negocio y políticas sólidas para hacer más sostenible el crecimiento digital, entre ellos utilizar modelos de economía circular, centrándose en el reciclaje, la reutilización y la recuperación de materiales digitales para reducir los residuos y los daños medioambientales, al igual que optimizar recursos creando planes para utilizar las materias primas de forma más eficiente y reducir el uso total.
Agregan que es necesario reforzar la normativa, aplicar normas y reglas medioambientales para disminuir el impacto ecológico de las tecnologías digitales, invertir en energía renovables, apoyar el desarrollo de tecnologías energéticamente eficientes y prácticas digitales sostenibles, así como abordar los problemas mundiales de los residuos digitales y la extracción de recursos
«La economía digital es fundamental para el crecimiento mundial y las oportunidades de desarrollo, por lo que debemos aplicar las prácticas que nos lleven a un espacio en el que todos salgamos ganando y que no vayan en contra de nuestros importantes objetivos de sostenibilidad medioambiental y nuestros compromisos con el cambio climático», concluyó Rebeca Grynspan.