Millones de muertes – Imagen Zacatecas
Antonio Sánchez González.
Diez mil personas mueren cada día en la región del T-MEC y unas 7400 en la Región Europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS) -un territorio formado por 53 países, entre ellos Rusia- como consecuencia de las estrategias de las industrias del tabaco, el alcohol, los alimentos ultraprocesados y los combustibles fósiles. En total, según esta estimación, estas poderosas industrias son responsables directa o indirectamente de casi 3 millones de muertes al año, estando el tabaco a la cabeza con más de 1 millón de muertes, seguido de la contaminación por ozono y partículas finas (casi medio millón), el alcohol (otro tanto), el consumo excesivo de sal, carne procesada, bebidas y alimentos azucarados y ácidos grasos saturados (más de otro millón de muertes en ambos territorios).
¿Por qué comparar estas zonas remotas? Hace un mes, el 12 de junio, la OMS publicó un informe basado en 35 casos que muestra cómo las empresas europeas de estos sectores industriales están implementando prácticas casi idénticas para dar forma a sistemas enteros (políticos, económicos, sanitarios y mediáticos) en su propio interés. Esto tiene consecuencias directas en el aumento de las enfermedades no transmisibles, principalmente la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y las enfermedades respiratorias crónicas, que son responsables del 90% de las defunciones en el territorio europeo y en América del Norte.
Este informe, presentado por Hans Kluge, director regional de la OMS para Europa, con tono muy ofensivo pretende ser un alegato concreto dirigido a quienes tienen la responsabilidad de la toma de decisiones y el voto de políticas públicas resultantes de las elecciones que se llevarán a cabo (sino es que ya, como en México y el Parlamento Europeo) en el futuro inmediato. «Estamos permitiendo que estas industrias se beneficien de las muertes que causan y retrasen o impidan la regulación efectiva de sus productos».
La región ya tiene las tasas más altas de consumo de alcohol en el mundo, entre las tasas más altas de tabaquismo, especialmente entre los adolescentes, y dos tercios de los adultos europeos y norteamericanos se consideran con sobrepeso u obesidad. “Estas industrias están engañando al mundo a través de la filantropía mientras venden productos dañinos; financian organizaciones benéficas que crean conciencia sobre el cáncer de mama y otros peligros, mientras venden alcohol que causa el mismo daño”, argumenta el informe.
Sus tácticas incluyen explotar a las personas vulnerables a través de estrategias de marketing dirigidas, haciendo afirmaciones falsas sobre los beneficios de sus productos o su respeto por el medio ambiente.
Los casos citados en el informe son incriminatorios, procedentes de episodios más o menos recientes en varios países europeos. Por ejemplo, en lo que respecta a Francia, los autores se centran en las modalidades de aplicación de la ley Evin, aprobada en 1991 para regular la publicidad y la promoción de las bebidas alcohólicas, en particular las dirigidas a los jóvenes. A lo largo de los años, se ha ampliado la lista de lugares donde se permite la promoción del alcohol, reduciendo así el alcance de la legislación. En el caso de otros países de las mismas regiones, incluido México, documenta la práctica común y sistemática de tácticas que la industria del alcohol y de los alimentos ultraprocesados ha implementado para socavar la ley: difundir información falsa, presionar a legisladores, intimidar a los grupos de defensa, etcétera. En los meses anteriores, la industria tabacalera ha aprovechado la pandemia de Covid19 para tratar de restaurar su reputación; en marzo de 2020, el director de comunicaciones de Philip Morris para Grecia anunció que la empresa tabacalera estaba equipando las unidades de cuidados intensivos griegas con respiradores para “ayudar a aplanar la curva”, a pesar de que el tabaquismo es un factor agravante de la enfermedad.
En el sector de la salud hay muchos ejemplos de “pinkwashing”, que consiste en que una marca se une a la lucha contra el cáncer de mama usando un lazo rosa, mientras que al mismo tiempo juega con la desinformación. El British Medical Journal, en abril pasado describió cómo la información sobre el cáncer erróneamente favorable a la industria se difunde impresa en útiles escolares producidos por la organización benéfica Talk About Trust, que recibe fondos indirectos de la industria del alcohol.
Durante demasiado tiempo, hemos considerado que los factores de riesgo están esencialmente vinculados a las elecciones individuales. Necesitamos redefinir el problema como sistémico, donde la política debe contrarrestar los entornos de hiperconsumo, restringir la comercialización y poner fin a la interferencia en la formulación de políticas.