Los Grifols sacrifican su poder y acuden al capital riesgo para salvarse
El 2024 quedará fijado en el calendario de Grifols como un año para recordar. Primero, fueron los múltiples ataques de Gotham, fondo liderado por Daniel Yu; y en consecuencia, la investigación de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Ambos hechos plantaron la semilla de la desconfianza entre los inversores y accionistas de la compañía. Y ahora, el fondo Brookfield junto a la familia fundadora estudia lanzar una oferta pública de adquisición (opa). ¿Qué más le deparará este ejercicio al laboratorio?
Empecemos por el principio. Su origen se remonta a la Barcelona de 1909. José Antonio Grifols Roig creó un pequeño laboratorio familiar de análisis clínicos. Después, en 1940 junto a sus dos hijos, José Antonio y Víctor, fundó la empresa familiar en sí. La firma originaria que dio lugar al imperio farmacéutico actual fue Laboratorios Grifols. Desde entonces, ha pasado de generación en generación hasta convertirse en la tercera mayor empresa del mundo en el sector de hemoderivados y la primera en Europa.
En septiembre de 2021 el laboratorio movió la ficha que definiría su futuro. Lanzó una opa sobre Biotest. Desembolsó 1.453 millones, haciéndose con el 96,2% de los derechos de voto y el 69,72% de su capital. Este movimiento provocó que la deuda de Grifols se elevase a alrededor de 6.480,3 millones de euros y su patrimonio se redujera a 830 millones ese mismo año. Entonces, se comprometió a no hacer nuevas compras ni a repartir dividendos hasta reducir su pasivo por debajo de cuatro veces el ebitda. Este hecho esperaban lograrlo en 2024, pero entonces apareció Gotham.
Un ‘annus horribilis’
Gotham dio la bienvenida al año nuevo a Grifols con un regalo. El 9 de enero publicó un informe en el que le acusaba de manipular sus cuentas. El fondo apuntó que el laboratorio estaría notificando un apalancamiento de seis veces su ebitda, pero este sería en realidad de entre 10 y 13 veces. Además, en el caso de Scranton –vehículo inversor de la familia fundadora y a quién también señaló el informe– su apalancamiento se multiplicaría por 27. Fue un ‘martes negro’ para la farmacéutica porque sus acciones llegaron a caer hasta un 26%. Grifols negó las afirmaciones de Gotham. Es más, presentó una demanda ante el Tribunal del Distrito Sur de Nueva York (Estados Unidos). Por su parte, la CNMV inició una investigación sobre varios aspectos de la contabilidad del laboratorio y sobre los vínculos de la compañía con Scranton.
El 20 de febrero, Daniel Yu atacó por segunda vez. Realizó varias preguntas que consideró que la empresa catalana no había resuelto. Ese martes los títulos solo cayeron 0,36%, registrando un precio de 10,93 euros por acción.
Nueve días después, a Grifols le tocaba comunicar sus cuentas correspondientes a 2023 y lo hizo sin auditar. Entonces, perdió en Bolsa 2.600 millones, registrando el precio de la acción 7,58 euros y su valor en el mercado por debajo de los 5.000 millones. Cabe mencionar que a finales del año pasado la compañía valía casi 10.000 millones. Unos días después salieron a la luz las mismas cuentas, pero esta vez con el sello del auditor KPMG.
El 6 de marzo, Gotham volvió a aparecer y lanzó su siguiente ataque. Acusó al laboratorio de prestar fondos a una entidad propiedad de Scranton. «Los accionistas están siendo engañados», dijo. A finales de ese mismo mes, la CNMV publicó sus resultados sobre la investigación. Concluyó que no había «evidencias» para deducir que la compañía catalana cometió fraude contable, pero le pedía que reexpresase parte de sus balances de 2022 y 2023.
En mitad de esta crisis, Grifols nombró como nuevo consejero delegado a Nacho Abia. No tardó en tener que hacer frente al cuarto ataque de Daniel Yu. Este dijo que BPC Plasma, sociedad de Grifols, había prestado a lo largo de los años fondos que recibió de un tercero, muy probablemente Grifols, a Scranton.
Con todo, estos ataques no pasaron factura a la venta del 20% de Shanghai Raas, su filial china. Haier la compró por 1.800 millones, dinero que la catalana utilizaría para reducir la deuda.
Uno de los grandes baches en el negocio de Grifols es su pasivo, tanto de la compañía en sí como de Scranton. Según las cuentas de 2022, su patrimonial tenía un pasivo total que superaba los 1.000 millones. De ella, casi la mitad tenía vencimientos en este mismo ejercicio. Por ello, recientemente ha acudido a Oaktree (propiedad precisamente de Brookfield) para tratar de refinanciarla al no tener el apoyo de la banca. También su subsidiaria, Quadriga Real Estate, suscribió un préstamo con Banco Santander de 250 millones de euros el 15 de julio de 2022 cuyo vencimiento se producirá en agosto de 2025 y no hay constancia de que se haya pagado.
Una posible opa
Si la opa que planean Brookfield y la familia fundadora sale adelante, la compañía pasaría a manos del fondo canadiense y la saga catalana dejaría de ser el accionista mayoritario, tras unos meses en los que ha ido perdiendo poder poco a poco.
Ya la noche del domingo pasado, tanto el inversor como los Grifols, se reunieron de manera extraordinario con el consejo de administración de la corporación para solicitar luz verde para hacer una ‘due diligence’, es decir, una petición para consultar determinada información del laboratorio e investigar a fondo el estado real de la corporación. Tres días después, la cúpula accedió a que Brookfield mirase los libros.
Según señaló el fondo canadiense, negocia la posible opa exclusivamente con la familia Grifols a través de sus cuatro compañías (Scranton, Deria, Ponder Trade y Ralledor Holding Spain). Estas cuentan con el 30,8% del accionariado de la empresa, por lo que Brookfield requirirá de otro 45% para llevar a buen puerto la operación.
Mientras que la saga catalana posee un tercio del accionariado, el 65% restante está en manos de inversores institucionales y el 5% es de accionistas minoritarios no identificados.
Por otro lado, las autoridades ya se han pronunciado sobre la operación.»El Gobierno tendrá algo que decir, puesto que esta oferta tendrá que pasar por los canales habituales», dijo el ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, en una entrevista en Capital Radio. Las declaraciones de Cuerpo llegaron después de que el Govern catalán afirmase que seguiría «muy de cerca» la evolución de la posible oferta pública de adquisición. Tanto el fondo como la compañía aclararon que no existía ningún acuerdo o decisión en relación con la operación y sus términos y condiciones.
La posibilidad de una opa sobre Grifols está provocando cambios en su accionariado estos días. Los fondos BlackRock – que es el segundo que más acciones posee – y Melqart han comprado nuevas participaciones en la farmacéutica catalana. Según recoge la CNMV, el primero mencionado ha pasado de tener el 4,3% al 4,43% de los títulos, mientras que el segundo ya tiene en sus manos el 1,1%. Además, el bajistas Marshall Wace ha disminuido su posición corta y AKO Capital también. Es posible que estos movimientos sigan sucediendo hasta que finalice la opa.
¿Resultado final?
En caso de que llegue a buen puerto, Grifols pasará a ser una empresa privada que no cotice en Bolsa. Y lo más importante, la familia heredera dejará de ser el propietario mayoritario, dejándola en manos de Brookfield. Según fuentes del mercado consultadas por elEconomista.es, que la empresa pase a ser propiedad del fondo canadiense no afectaría al ámbito de negocio, pero sí en términos de financieros. El vehículo inversor tiene una gran fuerza financiera por lo que reforzaría la solvencia financiera de la farmacéutica. Además, podría ayudarla a conseguir más financiación y reducir o eliminar la deuda que arrastra el laboratorio gracias a su fuerte capital. Así Grifols podría centrarse en el desarrollo de su negocio.