El yacimiento de petróleo que amenaza con poner patas arriba el mercado tiene a España como protagonista
Los sustos en el mercado de petróleo son prácticamente ‘el pan de cada día’. La producción de esta materia prima presenta una fuerte concentración en países que son intrínsecamente inestables o que se encuentran en regiones que sufren de forma crónica las tensiones geopolíticas. Esta constante tensión resta, quizá, protagonismo a algunos eventos que, pese a tener la capacidad de poner patas arriba el mercado, pasan un tanto desapercibidos a ojos de los medios. Esto es lo que está sucediendo con uno de los yacimientos de petróleo más importantes de África del norte. El campo petrolífero de El Sharara detuvo su producción de crudo a principios de esta semana, tensionando aún más la oferta de crudo global (el mercado sufre ya un ligero déficit de oferta, según la Agencia Internacional de la Energía). Además, como dato curioso, este cierre de El Sharara tiene a España como protagonista. La cuestión es que en un mercado tan ajustado como el del petróleo, el cierre de El Sharara puede desequilibrar la balanza y provocar fuertes subidas en el precio del crudo.
Según informaciones a las que han tenido acceso medios locales libios, las fuerzas militares vinculadas a Jalifa Haftar (el hombre más fuerte en el este de Libia, un país dividido en dos) ordenaron cerrar por completo el campo más grande de petróleo del país y detener la producción de crudo total después de que España emitiera una orden de arresto contra el hijo de Jalifa Haftar, unos de los ‘señores de la guerra’ más importantes, por acusaciones de contrabando de armas.
Para comprender mejor la situación es interesante analizar cómo se encuentra Libia en este momento. El país se encuentra dividido actualmente en dos administraciones rivales: el Gobierno de Unidad Nacional (GNU) de Abdelhamid Dabeiba, reconocido por la comunidad internacional y establecido en Trípoli (oeste); y el Ejecutivo de Bengasi, elegido por el Parlamento y dirigido por Osama Hamad y bajo la tutela del mariscal Hafter, cuyo hijo Sadam es otro de los protagonistas de esta rocambolesca historia que ha terminado con el cierre del yacimiento como forma de chantaje.
Sadam Haftar, de 33 años e hijo del general Jalifa Haftar, quien controla el este y sur de Libia (una de las dos partes en las que está dividida Libia), sufrió una ‘humillación’ el pasado 2 de agosto cuando la policía de Italia le retuvo durante cerca de una hora en el aeropuerto de Capodichino, en Nápoles, antes de regresar a su país en un jet privado. Los agentes italianos informaron a Haftar de que estaba señalado en el Sistema de Información Schengen, a instancias de la Guardia Civil, por presunto contrabando de mercancías prohibidas, concretamente armas.
Aunque fue interrogado, no fue arrestado en ningún momento, según revelan las fuentes. Finalmente, regresó a Benghazi, la ciudad desde donde su padre, el general Khalifa Haftar, ejerce como líder de facto en Cirenaica y en gran parte del Fezzan. Como represalia por la advertencia recibida, Haftar ordenó el cierre del yacimiento petrolero de Al Sharara en la madrugada del domingo, el mayor de Libia. El Sharara es operado por Akakus Oil, un consorcio internacional formado por la Corporación Nacional de Petróleo (NOC, por sus siglas en inglés) y cuatro compañías extranjeras, lideradas por Repsol, junto a TotalEnergies de Francia, OMV de Austria y Equinor de Noruega. La compañía ha publicado hace unas horas un comunicado en el que admite que el campo de petróleo ha sido cerrado por motivos de fuerza mayor.
Cierra del campo de petróleo
Ubicado en el suroeste de Libia, en pleno desierto de Murzuq, Al Sharara es el mayor campo petrolífero de Libia y del norte de África y está operado por Repsol. La importancia no es tanto por la cantidad de barriles extraídos diariamente (hasta 340.000, que representan el 28% de la producción del país), sino por sus reservas, estimadas en unos 3.000 millones de barriles, según diferentes fuentes. Analistas como Tamas Varga, de PVM Oil o el equipo de commodities de Citi creen que este tipo de problemas en Libia pueden ser más peligrosos para el mercado de lo que parece, puesto que el cierre de un campo de petróleo o una guerra civil generarían un recorte ‘real’ (no como los que anuncia la OPEP que se cumplen a medias) de la producción de crudo. Cabe recordar que Repsol comenzó a invertir en este yacimiento en 2007, cuando Muamar el Gadafi aún estaba en el poder.
Los medios libios coinciden en señalar que el cierre del campo «es una forma de presionar a Madrid», según recoge el diario ‘Newrab’, el ‘Libyan Today 24’ o la cadena de televisión ‘Al Ahrar TV’. Además, el diario ‘Libya Observer agrega que «se están realizando esfuerzos para presionar a España para que retire lo antes posible» el señalamiento. Sin embargo, la petrolera estatal libia ha ofrecido una explicación diferente, atribuyendo el cierre a un movimiento local de protestas.
Aunque en este caso ha sido este altercado en un aeropuerto lo que ha provocado el cierra del campo de petróleo, los economistas de Citi ya advirtieron hace unos meses de que este yacimiento y Libia, en concreto, podrían ser la ‘bomba’ oculta en el mercado de petróleo, el gran peligro al que nadie hacía caso y podía estallar en cualquier momento. El cierre de este campo ha permitido que el petróleo mantenga el tipo en medio de las grandes turbulencias de esta semana en los mercados financieros. El crudo de tipo Brent, de referencia en Europa, cotiza con leves subidas y busca recuperar los 80 dólares por barril.
Es cierto que «los inversores parecen estar familiarizados con la producción intermitente que sufre el petróleo libio, creemos que la situación merece más atención. En nuestro escenario base, todavía esperamos un período de relativa estabilidad para el sector petrolero libio en 2024, con una producción que supere los 1,2 millones de barriles diarios», sostenían desde Citi en un informe publicado en marzo de este año.
«Las recientes perturbaciones en el yacimiento petrolífero de Sharara, que produce alrededor de 300.000 barriles diarios y tiene las mayores reservas probadas de crudo en África, subrayan la frágil situación, en medio de continuos desafíos políticos y de seguridad», señalaban ya entonces los analistas del banco americano.
Desde Citi explicaban que el general Haftar, que surgió de la Guerra Civil Libia como figura destacada en la parte oriental del país, y sus camaradas han estado tratando de renovar su imagen a través de varios proyectos de reconstrucción, por lo que en principio no debería haber razones obvias que se produjese un bloqueo petrolero que podría interrumpir la exportación de hasta 600.000 barriles diarios de petróleo. «Sin embargo, la edad y las condiciones de salud del general Haftar han generado preocupación por la falta de un plan de sucesión claro y las disputas entre sus tres hijos podrían ser cada vez más tensas y públicas», advierten desde Citi. Además, la autoridad del primer ministro Dabaiba ha disminuido, perdiendo el apoyo de figuras locales clave y donantes, incluido el gobernador del Banco Central, Kabir, pero no hay señales que sugieran que pueda ser destituido en el corto plazo. Todo ello ponen en riesgo la estabilidad del país y de su producción de petróleo, algo más de un millón de barriles diarios.