Ella es la nueva cara del activismo climático (que también sabotea y destruye propiedades)
Cuando llego a Lezay, tengo la ropa empapada de sudor y la cabeza nublada. Encuentro a cientos de simpatizantes de Les Soulèvements de la Terre en un campo a las afueras de la ciudad, con un ánimo victorioso, aunque cauteloso. La policía está allí, pero se mantiene a distancia. Un helicóptero sobrevuela la ciudad.
Lazare sale de entre la multitud con un bocadillo a medio comer y unos zapatos plateados. Cuando por fin encontramos un trozo de campo que no está alfombrado de excrementos de oveja, se arrodilla en la hierba y, con su forma suave y metódica, explica por qué ha llegado el momento de que el movimiento por el clima tome medidas más radicales.
Parte del trabajo de Lazare consiste en suavizar la imagen del movimiento. Durante años apareció en las revistas francesas como la nueva cara del ecoactivismo radical, pero se convirtió en la portavoz oficial de Les Soulèvements de la Terre solo cuando el grupo se enfrentó a la perspectiva de ser clausurado. El gobierno intenta decir que Les Soulèvements de la Terre es uno de esos peligrosos grupos de ultraizquierda», explica Lazare, mientras retuerce briznas de hierba entre los dedos. Quieren que el público se imagine a hombres violentos, formula. Lazare sabe que ella no se ajusta a esa imagen. Y tampoco sus partidarios, tumbados en la hierba con sus bicicletas, detrás de nosotros. Hay niños, hippies canosos, un contingente de tractores, perros e incluso un burro. Un gran caballo blanco tira de un carro en círculos, con un altavoz en su interior que vibra con la música.
Más tarde, ese mismo día, me uno a unos 700 simpatizantes de Les Soulèvements de la Terre que recorren tranquilas carreteras rurales entre campos de girasoles, turbinas eólicas y ríos secos. Cada vez que llegamos a un pequeño pueblo, las calles se llenan de gente, a veces cientos, que aplauden y vitorean a nuestro paso. Los propietarios de las pequeñas granjas abren sus puertas y nos dan la bienvenida para que rellenemos nuestras botellas de agua y utilicemos las instalaciones. Hay un DJ sobre ruedas que pone a la banda The Prodigy mientras nos dirigimos a la siguiente ciudad. Tres meses más tarde, en noviembre de 2023, ese mismo tribunal supremo de Francia anula la decisión del gobierno de prohibir el grupo, por considerarla desproporcionada.
Se trata de un breve respiro en la embestida legal a la que se enfrenta el movimiento, mientras las autoridades europeas formulan su respuesta a la ola de sabotajes que recorre el continente. En noviembre, Lazare y otro portavoz de Les Soulèvements de la Terre deberán comparecer ante un tribunal por negarse a asistir a una investigación parlamentaria sobre las protestas de 2023, incluida la Batalla de Saint-Soline. Se enfrentan a dos años de cárcel. El mismo mes, Patrick Hart comparece ante un tribunal para decidir si debe perder su licencia médica como consecuencia de su activismo. El año pasado en Alemania, los miembros de Letzte Generation fueron objeto de redadas policiales, y en mayo de 2024, la fiscalía de la ciudad alemana de Neuruppin acusó a cinco de los miembros del grupo de formar una organización criminal, citando en parte las protestas contra el oleoducto de 2022. Sorprendentemente, Werner no ha sido acusado, pero espera que un juicio público a sus compañeros activistas desencadene un ajuste de cuentas en todo el país sobre el uso de combustibles fósiles en Alemania y dé por fin a su sabotaje de los oleoductos la repercusión que siempre quiso.
A medida que sus miembros son arrastrados por los tribunales, parece más importante que nunca que estos grupos cuenten con el apoyo del público. Por eso la gente que bordea las pequeñas carreteras rurales es tan importante para Lazare. «El radicalismo siempre debe contar con el apoyo de una masa de gente para salir victorioso», garantiza. El sabotaje tiene que inspirar a imitadores, lo que significa que tiene que quitarse de encima su reputación de acto siniestro y criminal.
Tras un largo día en bicicleta, llegamos a un campo. Los activistas han montado un campamento con un bar, una cantina de pago, un escenario para conferencias sobre el clima y música en directo. «Creo que es importante que los activistas vayan a veces por la noche, enmascarados, y cometan sabotajes, pero en Les Soulèvements de la Terre queremos hacerlo en pleno día, no de forma anónima, sino colectiva, con alegría y música», concluye Lazare.
Artículo publicado originalmente en WIRED. Adaptado por Alondra Flores.