
Los grandes reptiles voladores también conquistaron el suelo
MADRID, 5 May. (EUROPA PRESS) –
Fósiles de huellas de más de 160 millones de años han revelado que algunos pterosaurios, grandes reptiles voladores del Mesozoica, eran capaces igualmente de caminar sobre el suelo.
En un estudio publicado en Current Biology, científicos de la Universidad de Leicester han logrado vincular las huellas fosilizadas con los tipos de pterosaurios que las produjeron. Mediante el uso de modelos 3D, análisis detallados y comparaciones con esqueletos de pterosaurios, el equipo ha demostrado que al menos tres tipos diferentes de huellas coinciden con distintos grupos de pterosaurios.
El nuevo estudio respalda la idea de que los pterosaurios experimentaron un importante cambio ecológico a mediados de la Era de los Dinosaurios, hace unos 160 millones de años, cuando varios grupos se volvieron más terrestres.
El autor principal, Robert Smyth, investigador doctoral del Centro de Paleobiología y Evolución de la Biosfera de la Universidad de Leicester), explicó en un comunicado: «Las huellas ofrecen una oportunidad única para estudiar a los pterosaurios en su entorno natural. Revelan no solo dónde vivían estas criaturas y cómo se desplazaban, sino que también ofrecen pistas sobre su comportamiento y actividades cotidianas en ecosistemas que desaparecieron hace mucho tiempo».
TRES TIPOS DE HUELLAS
El estudio descubrió tres tipos distintos de huellas de pterosaurios, cada uno de los cuales arroja luz sobre diferentes estilos de vida y comportamientos. Al vincular las huellas con grupos específicos, los científicos cuentan ahora con una nueva y eficaz forma de estudiar cómo estos reptiles voladores vivieron, se desplazaron y se adaptaron a diferentes ecosistemas a lo largo del tiempo.
El coautor, el Dr. David Unwin, de la Escuela de Estudios Museísticos de la Universidad de Leicester, explicó: «Por fin, 88 años después del primer descubrimiento de huellas de pterosaurios, sabemos exactamente quién las dejó y cómo». Quizás el descubrimiento más sorprendente proviene de un grupo de pterosaurios llamados neoazhdarchianos, que incluye a Quetzalcoatlus, con una envergadura de 10 metros, uno de los animales voladores más grandes que jamás hayan existido.
Sus huellas se han encontrado en zonas costeras e interiores de todo el mundo, lo que respalda la idea de que estas criaturas de patas largas no solo dominaban los cielos, sino que también habitaban frecuentemente en el suelo, en los mismos entornos que muchas especies de dinosaurios. Algunas de estas huellas se conservan hasta el impacto del asteroide, hace 66 millones de años, que provocó la extinción tanto de los pterosaurios como de los dinosaurios.
Un grupo de pterosaurios, los ctenocasmatoideos, conocidos por sus largas mandíbulas y dientes afilados como agujas, dejó huellas que se encuentran con mayor frecuencia en depósitos costeros. Estos animales probablemente vadeaban por orillas fangosas o lagunas poco profundas, utilizando sus estrategias de alimentación especializadas para capturar pequeños peces o presas flotantes. La abundancia de estas huellas sugiere que estos pterosaurios costeros eran mucho más comunes en estos entornos de lo que indican sus escasos restos corporales. Se descubrió otro tipo de huella en capas de roca que también conservan los esqueletos fosilizados de los mismos pterosaurios.
La estrecha relación entre las huellas y los esqueletos proporciona evidencia convincente para identificar a los autores de las huellas. Conocidos como dsungaripteridos, estos pterosaurios poseían poderosas extremidades y mandíbulas, con puntas de pico curvadas y sin dientes, diseñadas para extraer a sus presas, mientras que los grandes dientes redondeados en la parte posterior de sus mandíbulas eran perfectos para triturar mariscos y otros alimentos duros.
«Las huellas a menudo se pasan por alto al estudiar a los pterosaurios, pero proporcionan una gran cantidad de información sobre cómo estas criaturas se movían, se comportaban e interactuaban con su entorno. Al examinar las huellas con detenimiento, ahora podemos descubrir aspectos de su biología y ecología que no podemos aprender en ningún otro lugar», dice Smith.